El gobierno de Marito nos dejó un agujero fiscal –déficit fiscal en términos técnicos– o diferencia entre gastos mayores e ingresos inferiores en el manejo de la maquinaria estatal (cubierto con endeudamiento externo e interno), del tamaño del -4,1 % de la dimensión de la economía (unos USD -1.746 millones), medida con base en los datos y cálculos del producto interno bruto (PIB), que fue confeccionado por el Banco Central del Paraguay (BCP). Al cierre de mayo de 2024 el déficit fiscal anualizado se ubicó en -3,2 %/PIB, siendo el objetivo cerrar el año en -2,6 %/PIB. Cuando se pregunta por qué muchos países latinoamericanos han tenido crisis trágicas por sobreendeudarse y no poder pagar, gran parte de la respuesta tiene que ver con el crecimiento desmesurado y desbordado de sus déficits fiscales (Stroessner en 1986 y González Machi en el 2003).
El no poder pagar los llevó a poner al país en situación de default o cesación de pagos. En el caso del dictador fue secreto, en el ocaso de su decadencia.
El maestro Dionisio Borda recibió en el 2003 la peor herencia jamás recibida desde 1989: un pozo de alrededor de USD 500 millones de dólares en el que caeríamos con perjuicios enormes.
La bomba no explotó por el manejo extraordinario de la “nueva” política económica y de la escuelita que dejara el maestro. Y ya en el 2004 tuvimos superávits fiscales hasta el 2011: ocho años (dos gestiones ministeriales de Borda). Hasta que el Parlamento en el 2011, convertido en hospital psiquiátrico, lo destruyó todo y retrocedimos no menos de cinco años. Por puro populismo, puro estatismo, puro sucio juego electoral, puro autoritarismo.
A partir de 2012 hasta hoy hemos tenido déficits fiscales (más gastos que ingresos= endeudamiento). Muy moderados y equilibrados durante la gestión económica del cartismo con un promedio del -1,1 %/PIB. Ayudó muchísimo que en setiembre de 2013 el Gobierno pudiera sacar la Ley n.º 5098 “De responsabilidad fiscal” que establecía en uno de sus puntos “el déficit fiscal anual de la Administración Central (Gobierno), incluidas las transferencias, no será mayor que el 1,5 % del PIB para dicho año fiscal”. Pero a partir de 2019 las cuentas se desequilibraron, con el covid-19 apuntalando el despegue con un saldo en rojo de -6,1 %/PIB equivalente a USD -2.205 millones, en el 2020. Desde entonces las calificadoras de riesgo país han insistido en la vuelta a la normalidad, como una condición indiscutible para apuntar al grado de inversión.
Hago un breve recuento de los comentarios de las calificadoras. Los de Fitch Ratings el 10 de junio pasado: “Los datos fiscales para 2024 indican que los planes de consolidación de Paraguay van por buen camino, aunque el déficit del sistema de pensiones del sector público del país será un desafío para la reducción del déficit en los próximos años. El déficit fiscal móvil de 12 meses de Paraguay se redujo al 3,4 % del PIB en abril de 2024, desde el 4,1 % de diciembre de 2023. Los últimos datos están en línea con nuestras expectativas.
Pronosticamos una reducción sustancial del déficit de la administración central en línea con el objetivo del 2,6 % del PIB para 2024 y del 1,9 % para 2025 (1,5 % en el 2026). Esto se basa en nuestras expectativas de un menor gasto de capital, un sólido crecimiento del PIB y la liquidación de los atrasos del año pasado (estimados en el 1,1 % del PIB).
Cuando afirmamos la calificación de “BB+”/Estable de Paraguay en noviembre de 2023, destacamos que la capacidad del Gobierno para delinear e implementar una estrategia realista de consolidación fiscal será clave para restaurar la credibilidad de la política fiscal y evitar presiones a la baja sobre la calificación soberana”.
Vayamos a la calificadora Standard and Poor’s Global Ratings que el 1 de febrero de 2024 elevó las calificaciones de largo plazo en moneda extranjera y local de Paraguay a “BB+” desde “BB”. Remarcando que la perspectiva es estable. “Esperamos que una política fiscal pragmática se traduzca en una consolidación fiscal gradual del Gobierno y niveles de endeudamiento estables.
Podríamos bajar las calificaciones en los próximos 12-18 meses si el crecimiento es más lento de lo esperado, debido a mayor frecuencia de choques externos y climáticos, y reduce el potencial de crecimiento y debilita el compromiso del Gobierno con la consolidación fiscal.
Esto podría debilitar la economía y aumentar la carga de la deuda. Podríamos elevar las calificaciones en los próximos 24 meses si una gestión política y económica eficaz conduce a una consolidación fiscal sostenible, de la mano del continuo fortalecimiento de las instituciones políticas y económicas del Paraguay reduciendo las vulnerabilidades del Gobierno al nivel de aquellos con las deudas soberanas con grado de inversión. Esperamos que la nueva administración continúe construyendo sobre el historial políticas macroeconómicas prudentes de Paraguay, centrándose en alcanzar un objetivo de déficit estructural a mediano plazo, conforme a la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF).
El déficit fiscal ha aumentado y la corrección será gradual, pero la carga de la deuda se estabilizará. El Gobierno paraguayo apunta a reducir su déficit fiscal tras un mayor gasto debido a los programas de lucha contra la pandemia Covid-19 y la transición política.
Y la misma Fitch señalaba el 1 de noviembre de 2023: Riesgos fiscales, erosión de la credibilidad: el presupuesto de 2024 tendrá como objetivo un déficit fiscal del 2,6 %, y la senda de consolidación fiscal revisada prevé un déficit del 1,9 % en 2025 y un retorno al límite de la ley de responsabilidad fiscal (LRF) del 1,5 % en 2026. El nuevo gobierno ha evitado cualquier aumento de impuestos, apuntando en cambio a depender principalmente de una mayor eficiencia del gasto, una mejor administración tributaria y un mayor crecimiento. Sin embargo, las autoridades aún no han esbozado claramente las medidas para apoyar la consolidación fiscal. Además del impacto de los atrasos en los pagos, Fitch señala que el mayor déficit y la senda de consolidación fiscal más larga siguen a varias flexibilizaciones en la NRF en los últimos años, que han debilitado el ancla fiscal de Paraguay.
En opinión de Fitch, la capacidad del Gobierno para delinear e implementar una estrategia realista de consolidación fiscal será clave para restaurar la credibilidad de la política fiscal y evitar presiones a la baja sobre la calificación soberana.
En conclusión, para las calificadoras de riesgo país la disciplina fiscal con gastos pocos alejados de los ingresos en el Gobierno, es prueba y señal principal de credibilidad que esperan de nosotros casi con obsesión, porque también frena el endeudamiento. Ya bajamos de -4,1 % a -3,2 % para cerrar en -2,6 % el 2024 (-1,5 % quizás en el 2026). Pero, y un “gran pero”, lo positivo no servirá si no se desarma la bomba de tiempo de la caja fiscal (militares, policías, maestros) que se comería casi USD 500 millones de los impuestos en el 2027. No es justo. Muchos se volverían a plantear ¿para qué pagar impuestos?, ¿y la alimentación escolar de los niños?, ¿y la salud con medicamentos?, ¿y los abuelitos y abuelitas?
Lo malo de los privilegios en el Gobierno es que todos los quieren, como un derecho, por encima de los más necesitados y desprivilegiados. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQDPH1885