Recibí la invitación de un destacado periodista paraguayo y, al mismo tiempo, docente de un colegio privado de Asunción, para dar una charla a sus alumnos sobre lo sucedido el pasado 7 de octubre en el sur de Israel, en su frontera con la Franja de Gaza.
La invitación fue en vista de mi experiencia personal al ser enviado por este medio para cubrir los acontecimientos que se desarrollaron a partir del ataque terrorista a poblaciones eminentemente agrícolas y productivas de ese país, donde perdieron la vida de manera macabra centenares de personas de varias nacionalidades, incluyendo a un paraguayo y a su esposa argentina.
La idea de este taller era ponerlos al tanto de una situación, más que de violencia, de barbaridad y brutalidad cometida por el grupo radical islámico Hamás y lo que en principio estaba pensado para hacerlo en una hora como mucho, pasaron a ser dos, y luego finalmente se convirtieron en casi cinco horas de exposición, preguntas, respuestas, cuestionamientos, estupor y, en algunos casos, lágrimas.
Nuestros jóvenes están muy interesados en conocer lo que sucede alrededor del mundo, quizás falta motivarlos y sobre todo tener la experiencia para transmitir las vivencias y el conocimiento. Fui advertido varias veces, y con total razón, de que los jóvenes de 14 a 16 años podrían no tener tanto interés en el tema.
Aunque esperaba eso, estaba seguro de que iba a poder llamar su atención porque presentarles un manojo de mapas, fechas, lugares y hechos no era la mejor manera de encarar la charla, por lo que decidí hacer algo más directo. Los videos que se publicaron en redes sociales sobre los secuestros de jóvenes de la edad del auditorio crearon un impacto para ganar toda su atención, pero sobre todo, llegar a generar conciencia sobre el peligro real y la crueldad del terrorismo, así como el dolor que produce todo conflicto bélico, donde en ambos lados afecta más a quienes no tienen nada que ver que a quienes lo iniciaron y lo continuaron.
Fueron alertados del peligro que representa no conocer esta situación que se mantiene vigente en la zona donde se inició, pero que se ha contagiado a otros lugares más lejanos, pues varias instituciones educativas en Estados Unidos y algunos países europeos han sido tomadas por alumnos y extraños en nombre de la supuesta “libertad” del pueblo palestino, que en realidad representa un apoyo solapado a un grupo terrorista, cuya carta orgánica habla de la destrucción del Estado de Israel y la instauración de un califato o régimen radical islámico en el mismo lugar, pero sin tener el valor para decir que el plan va a continuar más allá de sus fronteras.
El taller incluyó conocer también acerca de los resultados de la enorme respuesta militar israelí, que ha dejado una gran cantidad de víctimas inocentes, gran parte de ellas al ser usadas como escudos por los terroristas, que son sus propias autoridades y que finalmente viven más seguros en los túneles del terror que construyeron a lo largo y ancho del subsuelo del enclave palestino y donde mantienen cautivos aún a varios secuestrados.
Lo bueno de esta charla es que cerca de 100 jóvenes hoy tienen noción de lo sucedido en la mañana del 7 de octubre en el sur de Israel y aprendieron sobre el peligro de la desinformación, la misma que llama ya sin máscaras, al exterminio del pueblo judío, disfrazando sus intenciones genocidas en un cántico que invoca a “liberar a Palestina desde el río hasta el mar”.