• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • X: @RtrivasRivas

El presidente Javier Milei comienza la semana luego de un semestre de fuertes tensiones que sería inexacto imaginar que quedaron atrás o que fueron superadas. El proyecto de Ley Bases, que cuenta con aprobación de la Cámara de Diputados desde el pasado 30 de abril y desde el jueves último en el Senado, deberá ser revisada nuevamente en la Cámara Baja dado que los senadores le introdujeron modificaciones. En el horizonte con claridad se avizoran nuevos tironeos de las oposiciones con el Gobierno nacional y entre los propios opositores donde claramente se profundizan las diferencias.

Así como se han desatado algunos nudos que complicaban la política doméstica y afectaban el desarrollo especialmente de la macroeconomía, en el frente externo también se produjeron novedades relevantes en lo externo.

La más notable, por cierto, es que el señor Milei –ante la evidencia de que las arcas estatales no disponían de fondos suficientes para cancelar parcialmente un swap que desde 2011 este país tiene con la República Popular China– aceptó dialogar con su homólogo de ese país Xi Jinping y comprometerse –a través de los negociadores entre ambos– a visitar oficialmente Beijing para reunirse personalmente con él. Los casi USD 6.000 millones de inminente vencimiento, entonces, se pagarán recién en 2026. Un año después de lo que proponía Argentina, Luis Caputo, el ministro de Economía, recibió la novedad que llegó desde Asia como una bocanada de oxígeno en el momento preciso. ¿Por qué? Sencillamente porque era necesario que la Argentina deudora honrara esa deuda con el Banco del Pueblo para que no se derrumbara la negociación eterna de todos los gobiernos argentinos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), del que China también es parte importante.

“La necesidad tiene cara de hereje”, sentencia el dicho popular y, en este caso puntual, el presidente Milei decidió ir por la herejía de negociar con el señor Xi, también líder del Partido Comunista Chino, luego que Guillermo Francos, jefe de Gabinete de ministros, el 12 de junio último gestionara con intensidad política extrema en diálogo personal con el embajador chino Wang Wei para superar ese escollo.

El dato relevante, sin embargo, es que la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, no participó en ningún momento de esas negociaciones que se desarrollaron sin su participación.

La estatura política de Guillermo Francos crece en el esquema de poder argentino. Con larga trayectoria y conocimiento de las prácticas políticas en este país, fue quien le explicó y sugirió al señor Milei que accediera a dialogar personalmente con Xi Jinping, según trascendidos que La Nación recibió de relevantes portavoces de la diplomacia china que accedieron a dialogar con la condición de mantener sus identidades en reserva.

Esas mismas fuentes comentaron que los negociadores argentinos le informaron al embajador Wang que “el señor Milei está dispuesto a viajar el próximo 7 de julio a Beijing, en visita de Estado”, aunque esa cumbre Argentina aún no se ha confirmado porque es necesario compatibilizar las agendas entre los dos mandatarios y los temas que abordarán.

“No será solo el agradecimiento del señor Milei”, coincidieron en señalar dos de los informantes aludidos. “También China desea hablar del futuro de las represas que construyen en la Patagonia; la evolución del intercambio comercial bilateral; el programa One Road, One Belt (la nueva ruta de la seda), del que Argentina forma parte desde la administración del presidente Alberto Fernández (2019-2023); la base de observación espacial en la provincia de Neuquén, por solo mencionar algunos temas de la agenda común”, puntualizaron esas fuentes. “Es necesario respetar en la relación bilateral el principio de la continuidad jurídica del Estado”, finalizó uno de los confidentes chinos.

En este punto de la política exterior claramente ha habido un cambio que, sin embargo, todavía no se percibe en el relacionamiento con Brasil. De hecho, Milei y el jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio “Lula” da Silva, coincidieron en la reciente reunión del G7, pero no cruzaron palabra. El brasileño exige una disculpa pública al argentino que lo destrató públicamente con insultos y acusaciones muy serias.

Con la Casa Blanca, pese a que el habitante de la Casa Rosada viaja con frecuencia a Estados Unidos, la invitación formal del presidente Joe Biden para que visite ese país no llega. De allí que la comunicación gubernamental hizo amplia distribución de un registro fotográfico casual, en un pasillo, de los dos mandatarios que solo intercambiaron unas pocas palabras. ¿Habrá cumbre?

Nada debiera volver a ser igual en la gestión política del Gobierno argentino desde esta semana que se inicia. “La casta”, a la que desde tiempos de campaña electoral el presidente Milei responsabiliza del declive nacional, es la que le concede en el Parlamento la herramienta que el mandatario esperaba desde el mismo instante en que comenzó a gestionar su mandato.

En el círculo más cercano al poder político local algo queda claro y, aunque en voz baja, lo admiten y comentan: “Sin la casta, no se gobierna. Es inevitable en un sistema republicano”.

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