- Por César Palacios
- Comunicador y docente, director general de comunicación estratégica del Mitic.
- @cespala
La voluntad del Gobierno de reconocer y pedir perdón por las injusticias del pasado es, sin duda, un hito significativo en la historia de nuestro país. Este acto de reconocimiento y disculpa pública, programado para el 24 de junio en el Instituto Superior de Educación Policial (Isepol), representa no solo un paso hacia la sanación de las heridas abiertas por décadas, sino también un firme compromiso con la construcción de una sociedad más justa y respetuosa de los derechos humanos.
En una reciente entrevista en el programa “Tribuna” de Paraguay TV, Ernesto Benítez Gamarra, educador popular y líder campesino, compartió su dolorosa experiencia de represión y tortura. Sus palabras resonaron profundamente, recordándonos los oscuros capítulos de nuestra historia. Ernesto relató episodios de su vida marcados por la represión, incluyendo su brutal tortura en la comisaría de Santa Rosa del Aguaray hace 21 años. Estos eventos no solo afectaron su vida personal, sino que también simbolizan las injusticias sufridas por muchos paraguayos durante las dictaduras y los años posteriores.
El acto de reconocimiento que tendrá lugar honra tanto a Ernesto como también a otros luchadores por la justicia y los derechos humanos, como Eulalio Blanco. Estas disculpas no son meros gestos simbólicos; son pasos concretos hacia la reconciliación y la justicia, esenciales para cerrar el dolor de las familias de las víctimas y para sanar como nación.
Ernesto Benítez Gamarra, en su entrevista, subrayó la importancia de este reconocimiento y el impacto simbólico de realizarlo en el Isepol, una institución educativa que forma a los futuros policías del país. Esta decisión es un claro mensaje de que el pasado no debe repetirse y que la educación en derechos humanos es fundamental para prevenir futuras injusticias. Ernesto expresó con claridad: “Es importante porque simbólicamente se decidió utilizar un local donde estudian hoy día los jóvenes que se van a convertir en el futuro en policías. Que vean el daño que le causa históricamente a un país la represión.”
Este acto de reconocimiento es un testimonio del coraje y la resiliencia de personas como Ernesto Benítez Gamarra y Eulalio Blanco, quienes han luchado incansablemente por la justicia en Paraguay. Pero más allá de honrar a estos valientes individuos, el gobierno actual demuestra una firme intención de construir un futuro basado en el respeto, la justicia y la dignidad para todos los ciudadanos.
La historia de Ernesto y su familia, marcada por la persecución y la tortura, es un poderoso recordatorio de la importancia de este hito en nuestra nación. Reconocer las atrocidades del pasado y pedir perdón es un aprendizaje crucial para todos nosotros. Nos enseña que los conflictos y reclamos deben resolverse de manera pacífica y legal, sin recurrir a la violencia, la tortura ni el asesinato.
Este acto de disculpa pública es, en última instancia, un paso hacia una sociedad más inclusiva y equitativa. Es un reconocimiento del sufrimiento pasado y una promesa de no repetir los mismos errores. En esta nueva era, el Gobierno paraguayo está mostrando su voluntad de sanar las heridas del pasado y de caminar hacia un futuro donde la justicia y los derechos humanos sean la base de nuestra convivencia.
Hoy, como paraguayos, debemos celebrar este paso histórico. Debemos honrar a quienes, como Ernesto y Eulalio, han sido víctimas de injusticias y han luchado por un Paraguay mejor. Y debemos comprometernos, como sociedad, a seguir construyendo un país donde todos puedan vivir con dignidad, respeto y justicia.