- Por Pepa Kostianovsky
No es, por cierto, momento de decir “a mi qué me importa lo que hace el vecindario, yo estoy en mi casa y resuelvo mis problemas, el resto que se vea”.
Pues no. No es así precisamente como pinta el panorama. Y no hace falta ir mucho más lejos a ver cómo le va a la gente que ni siquiera conocemos.
Aquí nomás, cruzando el charco, o a la vereda de enfrente, se avizoran movidas que de una y otra forma, afectarán nuestra cotidianeidad.
Probablemente, la mayoría de nosotros desconoce siquiera de qué trata la Ley Bases que acaban de aprobar los Senadores argentinos, muy reñida por cierto. Nada más reñido que un desempate que queda en manos de la vicepresidenta de la Nación, lo que implica lógicamente que la mitad del colegiado está en contra.
Pues comentemos simplemente que la Ley Base autoriza al presidente Milei a imponer con fuerza de ley, es decir, unilateralmente, medidas relacionadas con lo más sensible de la vida y los derechos humanos de la sociedad argentina.
Milei es un liberal de manual, pero de manual del siglo XIX. De esos a los que solo le preocupa cerrar números en la macroeconomía, la deuda externa, y el balance financiero. Ellos ni se enteran de que lo que administran no es un banco, sino una sociedad de personas que tienen consagrados en la Constitución Nacional, en los tratados internacionales, y en las leyes ganadas después de más de un siglo de luchas sociales, los derechos a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la vida digna.
En resumen, a “método” Milei la gente no le preocupa. La Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas ya advirtió que solamente en ese rubro se prevé una pérdida de 300 mil puestos de trabajo.
Mientras en cualquier país medianamente solicitado el indicador más relevante del bienestar social es precisamente el nivel de empleo. (Aquí mismo, el caballito de batalla del presidente Peña ha sido, y sigue siendo, su compromiso de crear 500.000 puestos de trabajo), a Milei eso ni le figura en la agenda.
Los argentinos los votaron porque estaban hartos de que el kirchnerismo se robara la plata en contenedores. Pero ni pensaron que lo que se les venía encima era una situación “legalizada” de que los pusieran a pedir limosna.
Y eso, ¿en qué nos afecta? Empecemos por la importante remesa de dinero que anualmente envían a sus familias, personas que fueron a buscar trabajo en la Argentina. Y viven ajustándose los cinturones, muchos trabajando de albañiles o mucamas, viajando horas para ahorrar los pesitos que mandan para este lado.
Pues a esos compatriotas, como a todo argentino, boliviano, chileno que vive alquilando una piecita en la provincia, y pagando uno o dos pasajes de ida y vuelta, Milei ya les tiró encima una Ley de Alquileres que los duplicó de un día para otro. Triplicó el precio del trasporte público. Y más vale que ni hablemos de los alimentos.
Miles de familias se quedaron textualmente en la calle. Y es muy probable que muchos paraguayos opten por volver. Y les diremos “Bienvenidos”, pero …¿qué les ofrecemos? Empleo, vivienda, salud.
El presidente Peña va y viene, y hacemos votos porque su presencia, sus esfuerzos y su carisma convenzan a muuuuuuuuchos inversores de las ventajas de nuestra energía limpia, mano de obra, ventajas impositivas, materia prima, etc., etc., etc.
Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que de aquí a unos meses vamos a ser unos cuantos más. Quizás vuelvan mejor capacitados, con oficios, y nos llenemos de pizzerías. Pero sería lindo poder decirles: “A BUEN TIEMPO”.