- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
- X: @RtrivasRivas
El gobierno del presidente Javier Milei cumple hoy un semestre. Hasta el inicio de la presente semana, el mandatario no consigue que el Parlamento le apruebe ningún proyecto de ley y, más aún, está pronto para aprobar una iniciativa parlamentaria por la que se mejoran los haberes de personas jubiladas que no se originó en el Poder Ejecutivo, lo que supone un conflicto de poderes. De hecho, el señor Milei, contrariado por la situación, anuncio que –de ser aprobada– vetará esa norma en nombre del superávit fiscal.
“No voy a entregar el equilibrio fiscal de ningún modo. Defenderé la caja a veto puro si es necesario”, advirtió a través de su cuenta en la red X. Horas más tarde, en el atril del Latam Economic Forum 2024, lo reiteró a voz en cuello: “Les voy a vetar todo, ¡me importa tres carajos!”.
“Javier es así”, dicen los allegados y operadores del presidente argentino cuando explican la cotidiana violencia con la que el jefe de Estado califica a sus adversarios que, a la vez, son quienes tienen las herramientas parlamentarias para que se aprueben o no sus iniciativas de gobierno. Los congresistas con frecuencia hacen foco en los reiterados destratos que reciben ante Guillermo Francos, el jefe de Gabinete de ministros, quien tiene a su cargo el diálogo político no solo con ellos sino también con los 24 gobernadores.
Pero la atenta escucha de Francos no pareciera tener la misma receptividad en el señor Milei que en cada intervención pública se queja duramente de senadores y diputados, mencionándolos como “casta inmunda”, “nido de ratas”, “degenerados fiscales”, “corruptos”, por solo mencionar unos pocos improperios. Tan increíble como inusual, pero sucede. Las prácticas discursivas del señor Milei con demasiada frecuencia transitan la violencia y son parte de su estilo de gestión.
Las últimas dos semanas fueron tensas y complejas. Los datos económicos –con excepción de aquellos que tienen que ver con la desinflación y las cuentas fiscales– no son alentadores, ni valiosos y tampoco destacables. De hecho, los indicadores de consumos, incluso aquellos que dan cuenta de cómo evolucionan las compras de los alimentos, caen. Es una realidad que se compra menos, que las familias se restringen y, pese a que los precios descienden, los consumidores no llevan más que lo imprescindible y cada vez más optan por las segundas marcas de los productos más instalados popularmente. “Mucha gente no puede comprar ni siquiera lo que está más barato”, aseguran numerosos comerciantes.
El Gobierno percibe claramente que en los días más recientes va detrás de los acontecimientos. Perdió el centro de la escena. Aun así, las encuestas que circulan dicen que el presidente Milei no cae en la valoración pública. Pero, también esas informaciones comienzan a perder credibilidad. El desgaste, inevitablemente, avanza. Un encuestador muy cercano al Gobierno admite que cerca de un 20 % de las personas a las que consulta aseguran estar “enojadas”. Otro 20 %, siente “decepción”. Cuando la consulta va en dirección a establecer cuál es el clima social, aproximadamente el 38 % se expresa negativamente. El 50 %, se manifiesta positivamente. La valoración, finalmente, es de 12 % positiva.
Desde el sector bancario se informa –como trascendido– que unas 280 mil cuentas sueldo fueron cerradas en el primer trimestre de este año. Formalmente ningún portavoz sectorial lo confirma. ¿Será así? La Iglesia, a través de Cáritas, una de sus organizaciones para asistir a los que menos tienen y el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), reportaron días atrás que la pobreza alcanza al 55 % y la indigencia 17,5 %. Entre enero y marzo 2024, esos mismos indicadores se ubicaban respectivamente en 44,7 % y 9,6 %.
Tanto la gobernabilidad como paz social están bajo la observación de organismos multilaterales, de los gobiernos de varios países centrales y de eventuales inversores que desean que el Gobierno amplíe su base política para que las reformas que quiere imponer se sostengan en el tiempo.
Los principales operadores gubernamentales coinciden con esas preocupaciones y tienen claras esas expectativas. Pero también es un dato de la realidad que el Poder Ejecutivo carece de suficiente cantidad de cuadros técnicos y políticos para gestionar el poder.
Casi el 60 % de los cargos todavía están ocupados por funcionarios políticos de la administración que fuera de la dupla integrada por el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández entre 21019 y 2023.
Pasado mañana –el miércoles– será un día de tensiones. En el Senado de la Nación está convocada una “sesión especial” para tratar en el recinto el proyecto de Ley Bases y el paquete fiscal que días atrás fueron aprobadas por la Cámara de Diputados. Francos, el jefe de Gabinete, en la mañana de ayer, ante una consulta periodística, puso en duda que el resultado sea favorable al Gobierno.