Desde mi mundo
- Por Mariano Nin
- Columnista
Cuando Juan Carlos Amoroso comenzó con los Premios Paraná, hace 26 años, yo ya llevaba 10 años trabajando en el Trece, soy algo así como un vampiro del periodismo. Y siempre, cada año desde entonces, los galardones estuvieron envueltos en la polémica.
Claro, para los perdedores siempre fueron digitados y para los ganadores una satisfacción, hasta que los ganadores pierden y los perdedores ganan. Es una rueda que trasciende a cada premiación. Todos los años, año tras año, se repite la misma historia.
Pero es la fiesta que reúne a los medios, donde profesionales de todo el país celebran que son reconocidos, aunque no sean premiados. Una fiesta en donde nos reencontramos con amigos y recordamos que el periodismo nos une más allá del criterio o la línea editorial de cada medio.
Desde hace 26 años Amoroso logró instalar su marca. Lo hizo al ritmo de los años. Creció al compás de los cambios, de la tecnología… de los rubros.
Presentadores, influencers, comerciales, radio, televisión, redes, nada quedó en el olvido. Todos fueron reconocidos y nombrados. Los famosos mostraron sus caras y los ambiciosos su sed de protagonismo.
Esa es la esencia de los premios. Un reconocimiento que nació emulando a los Premios Martín Fierro a la televisión por cable y radio de mayor relevancia y reconocimiento en Argentina, organizados por la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía (Aptra), entregados por primera vez en el año 1959.
Además, era la manera de honrar a Luis Alberto del Paraná, quizás el paraguayo más universal de todos los tiempos. Aquel que llevó nuestra música a todos los confines del mundo. Supongo que la idea desveló a Amoroso más de una vez.
La estatuilla fue modelada por el escultor paraguayo Hermann Guggiari. “Hablé con la viuda de Paraná y le propuse entregar un premio a los presentes con el nombre del marido”, dijo alguna vez. Lo demás… hace a la historia.
Y Amoroso lo hizo a pulmón, contra viento y marea, algo que nadie puede negar. Lo hizo acompañado primero de su señora María del Carmen y luego de un equipo que fue creciendo con los años.
Un argentino premiando al talento paraguayo pese a lo difícil que resulta organizar este tipo de eventos. Es su satisfacción y la de todos los que de alguna manera seguimos su historia. Una historia que ahora cierra un ciclo.
Y es que Juan Carlos Amoroso anunció a través de un comunicado su alejamiento de los premios con la siguiente reflexión: “Quizás sea este un momento muy triste para mí, para mis amigos más cercanos, que saben lo que se ha combatido contra lo imposible, para simplemente querer reconocer la tarea de los comunicadores de los medios de difusión, y el recuerdo permanente del gran cantautor nacional”. Lo conozco muy poco a Amoroso, pero tiene mi respeto.
En este último evento reconoció mi trayectoria en los medios, algo que nunca esperé, pero que me emocionó hasta las lágrimas. Entonces entendí que es bueno ser reconocido. Es bueno dejar una huella y que alguien reconozca tu trabajo. Nos dignifica y nos agrada porque en medio del trajín diario nunca pensamos en eso. Y este argentino lo hizo. Pero esa… esa es otra historia.