- Por Marcelo Pedroza
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Puede centrarse la mirada en aquello que hace bien. Allí las imágenes ayudan a tomar dimensión de la desafiante secuencia de los acontecimientos diarios. Desde esa observación el ejercicio de apreciar se erige como un trampolín genuino para entender lo que sucede, dándole una perspectiva que ayuda a ver desde una posición que trata de rescatar esa fundamental visión de los hechos.
En su extraordinaria obra, titulada “La ciencia del lenguaje positivo”, Luis Castellanos narra los detalles de una investigación realizada por la psicóloga estadounidense Laura Carstensen, cuya finalidad era estudiar cómo las experiencias emocionales cambiaban a medida que envejecían las personas. La muestra era de gente de 18 a 94 años.
“El cerebro funciona con un sistema de preferencias que va variando con los años. Y así, nuestras prioridades en la vida varían con el paso del tiempo”, dice Castellanos. Las particularidades distinguen al ser humano, el respeto por las decisiones, por las elecciones, por el tiempo que se le dedica a una u otra acción, por la selección de pensamientos que orientan a sostener o crear algo, por todo eso que hace que cada uno sea único, en fin, un gran mundo dentro del universo, ese que con el paso de los años muta, se transforma, madura y elige el qué, cómo, cuándo y para qué.
“La gente mayor centra sus recursos cognitivos como la atención y la memoria en la parte positiva de la información. Si mostramos imágenes a personas de los tres grupos de edades y luego les pedimos que recuerden las imágenes que han visto; la gente mayor, contrariamente a los jóvenes, recuerda más imágenes positivas que negativas. Pedimos a los mayores y jóvenes que miraran rostros enojados y rostros sonrientes. Las miradas de la gente mayor se iban hacia los rostros sonrientes y esquivaban los rostros enojados, coléricos. En la vida diaria, esto se traduce en más placer y satisfacción”, concluye Carstensen.
Mientras se vive se aprende. En ese ver la vida como un aprendizaje se construye constantemente un sendero emotivo que genera conciencia de finitud; de manera que, las vivencias son fuentes que nutren la existencia y hacen de lo simple, lo especial e inolvidable. ¡Este es el tiempo para darle prioridad a lo que cada uno considera como fundamental en su vida!