• Por Pepa Kostianovsky

Si hay algo que lamento es no haber estudiado Ciencias Económicas. A esta altura de los tiempos creo que el único instrumento eficaz para la Administración Privada o Pública, es el manejo de los datos financieros y sociales que permitan definir priori­dades y esencialmente con­notaciones y consecuencias a medianos y largos plazos de las decisiones que se toman para el uso del dinero, propio o ajeno.

En esta semana celebramos el que al parecer sería el mayor éxito de la administración Peña, la concertación de cam­bios considerables en las tari­fas de energía y de cesión de energía de Itaipú y la imple­mentación a corto plazo de la libre disposición de nuestra energía sobrante, pudiendo cederla a empresas privadas brasileñas.

Al mismo tiempo, el pre­sidente Peña anuncia una atractiva convocatoria a capi­tales extranjeros para la crea­ción de fuentes de trabajo, y el agregado de valor a la materia prima, para lo cual, precisa­mente, nuestra mayor gracia es la disposición de energía limpia. Incluso al punto de llegar a una total utiliza­ción de la nuestra cuota de energía teóricamente dis­ponible de Itaipú: la mitad de la producción.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Veamos. Hasta hoy, la clase dirigente –despreocupada por la discriminación de un algo porcentaje de paragua­yos sin trabajo, sin acceso al mínimo confort y esencial­mente, sin acceso a la ener­gía eléctrica– se sentían muy cómodas recibiendo las regalías que prodigaba Itaipú. Tanto los royalties, como el pago de Brasil por la cesión del derecho a comprar la energía, significaban una considerable suma de millo­nes que alcanzaban para que una minoría viva muy bien, accediendo incluso a lujos propios de magnates.

De darse la fortuna de que se instalen capitales extranje­ros, o nacionales distribuidos hoy por el mundo, para todo tipo de industrias, lo primero que van a usar es la energía de Itaipú, por lo que cada cual pagará seguramente el precio que corresponda, pero lo que se va a acabar es lo que recibi­mos por cederles el derecho de compra de esa energía. Eso no está mal, al contrario, está muy bien, porque se tradu­cirá en una mayor produc­ción, mucha mejor expor­tación, gran demanda de mano de obra, con el con­secuente aumento de mer­cado interno y considera­ble reducción de la pobreza. Aún sin saber de finanzas, creo que sería un excelente negocio para el país.

Lo que si debemos empe­zar a considerar es que la energía de Itaipú tiene un límite. Que si empezamos a crecer, lo mejor que nos puede pasar es que sigamos creciendo, y que necesitemos aun más energía limpia de la que proporcionan nues­tras hidroeléctricas. Y que es hora de que empecemos a prepararnos para otras energías alternativas, como la energía solar.

Es hora de disponer que los nuevos edificios, en espe­cial los públicos, sean dota­dos de paneles solares. Por­que algún día dejemos de depender del petróleo impor­tado. Porque el Paraguay lo merece. Porque el planeta lo pide, a gritos desesperados.

Etiquetas: #futuro

Déjanos tus comentarios en Voiz