La inflación sigue existiendo porque se encuentra como oculto para la opinión pública, de ahí que funciona como un impuesto escondido. Es un impuesto no legislado, como alguna vez lo dijo de modo magistral Milton Friedman, Nobel de Economía.
Digamos de otro modo y más fácil: la inflación es siempre y en todo lugar y tiempo un fenómeno monetario causado por la emisión inorgánica de dinero por parte del Gobierno a través del banco central
Solo los Gobiernos pueden aumentar la cantidad de dinero en el mercado. La existencia de la inflación, igualmente, muestra un desequilibrio en las finanzas que debe ser corregido con emisión monetaria, situación que termina por hacernos perder nuestro poder adquisitivo.
De igual modo y quizás mucha gente aún no lo ha considerado del siguiente modo: la inflación es una transferencia del esfuerzo, del ahorro y la inversión que llevan a cabo las personas en el ámbito privado para que el Gobierno siga existiendo a costa de aquellos.
¡ Esta es una gran injusticia! Sin embargo, lo que muchas veces no se toma nota es que la inflación se usa para tratar de “corregir” el déficit fiscal (gastar más de lo que se recauda por parte del Estado).
De ese modo se vienen otros desequilibrios que finalmente tienen como único objetivo alimentar el insaciable apetito de los Gobiernos cuyos políticos y burócratas olvidan adrede que cada guaraní que utilizan fue proveído por los individuos, las familias y las empresas, a quienes aquellos dicen representar. ¡Otra gran injusticia!
Agrego a la expropiación del desvarío inflacionista de nuestros escasos recursos. De nuestra riqueza personal y más todavía si hablamos de personas pobres. Esto quiere decir que tanto la inflación como el déficit terminan siendo un plan estratégico hecho como un robo a plena luz del día. ¡Otra gran injusticia!
Todavía faltan por agregar más injusticias. Y esto es un aporte que si bien varios autores de notoria envergadura intelectual lo fueron diciendo desde hace un buen tiempo, la del profesor Ricardo Manuel Rojas en su libro “La inflación como delito” es de tomarse en cuenta.
Resulta imperioso reducir el déficit, para al menos ponerlo en aquel 1,5 del PIB de nuestra Ley de Responsabilidad Fiscal hasta llegar al 0 %. Al fin y al cabo, la inflación es una injusticia y un delito.
El concepto de la inflación fue distorsionada de forma deliberada a lo largo del tiempo para precisamente defender el statu quo del estatismo prevaleciente. Se dijo que la inflación es un incremento excesivo de los precios, por ejemplo, una conceptualización errónea claramente explicada por el más grande economista del siglo XX, Ludwig von Mises, en su tratado de economía, " La acción humana”.
La inflación es también un delito. Esto quiere decir que previamente debe existir un bien jurídico tutelado, y este bien jurídico es la propiedad que, precisamente, es el que es dañado cuando existe inflación al afectar nuestros ahorros, ingresos y salarios en general. Por ende, la inflación es un delito: ¡otra injusticia!
En nuestro país hemos avanzado mucho en contrarrestar este fenómeno monetario. Resulta, sin embargo, imperioso reducir el déficit, para al menos ponerlo en aquel 1,5 del PIB de nuestra Ley de Responsabilidad Fiscal hasta llegar al 0 %. Al fin y al cabo, la inflación es una injusticia y un delito.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República”.