- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
El gigantismo estatal de nuestro país en pleno siglo XXI no tiene sentido alguno, pues apenitas superamos los 6,1 millones de habitantes, según la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
En contrapartida, en los últimos años la cantidad de funcionarios públicos de 335 mil trepó a 408 mil, un despropósito total e inaceptable, donde la tecnología y digitalización de los procesos están presentes día a día en todos los ámbitos, y si no nos reinventamos, adoptando una actitud innovativa, creativa y pragmática, seguiremos con el mismo Estado vetusto, obsoleto y desfasado, además de prebendario y clientelista.
En casi todas las instituciones públicas (ministerios y secretarías ejecutivas), sin contar otras entidades, estamos minados de planilleros, gente que no aporta valor agregado alguno, desangrando cada vez más el maltratado PGN, siendo su trabajo diario marcar las entradas y salidas, y cuando llega el fin del mes son los primeros en acercarse con sus tarjetas de débito a los cajeros para cobrar el “gran sacrificio” y “aporte innovativo y creativo” que hicieron.
Es responsabilidad del Viceministerio de Capital Humano (ex SFP) hacer un relevamiento global de la plantilla de personal para visualizar quienes son los que trabajan y producen y quienes son los “sacrificados” planilleros, haraganes y sinvergüenza que con la ayuda de algún “padrino de peso” están percibiendo jugosos salarios, robando sin trabajar, la plata que la ciudadanía aporta con mucho sacrificio a través del pago de sus obligaciones tributarias.
A ello se le agregan los estimados “nepobabys”, quienes en mayoría no cuentan con la necesaria formación académica, técnica y profesional (muchos son apenas bachilleres) usurpando los puestos que a mucha gente idónea y capaz le corresponde por meritocracia, capacidad e idoneidad.
Se habla mucho de racionalización y disminución del déficit fiscal, ya que seguimos gastando mucho más de lo que percibimos como ingresos, pero poco o casi nada hacemos para reducir ese “monstruoso” plantel de funcionarios, donde gracias a la tecnología todo los tenemos al alcance de un click, imponiéndose una reingeniería para reducir substancialmente esa inútil superpoblación (así como con buen criterio lo viene haciendo Javier Milei en la Argentina), dejando fuera a más de 70.000 “ñoquis” o vulgares planilleros.
Seguimos teniendo ministerios y secretarías ejecutivas con tareas y funciones superpuestas, excesiva burocracia administrativa, enlenteciendo los tiempos de ciclo, denotando una descoordinación absoluta y un despilfarro en erogaciones por pago de sueldos que no tiene razón de ser, habiendo tantas otras necesidades prioritarias a nivel país.
Se hace ultra necesario dar el lugar que les corresponde a nuestros técnicos con una perspectiva diferente vs. los que solo actúan desde la óptica política.
Todas las entidades cuentan con unidades de Organización y Métodos (O&M), cuya responsabilidad se concentra en los trabajos de visualización de funciones, procesos y responsabilidades dentro de su estructura organizacional, debiendo eliminarse “lo que sea grasa”, realocando a los talentos humanos que puedan dar valor agregado, permitiendo de una vez por todas brindarle a la ciudadanía el servicio de calidad que se merece.
Da pena, tristeza y rabia seguir viendo a muchísimos funcionarios que se han “quedado en el tiempo”, manejando todavía vetustos libros para anotaciones varias cuando que la computadora la tenemos vigente hace más de 30 años, pero que lamentablemente al ver una PC huyen despavoridos.
Se caracterizan por una rigidez de pensamientos, temiéndole al cambio, haciendo que antes que una solución, siguen siendo un problema.
El Estado no es una entidad de beneficencia. Si pretendemos actuar con profesionalismo, no cabe otra. Se actualizan o definitivamente deberán dar un paso al costado, puesto que no es posible seguir sosteniendo a gente mediocre, sin ansias de superación, que ya llevan insertos dentro de su ADN.
Muchos mediocres son jefes y los que se lo merecen por actitud y aptitud siguen siendo subalternos, como efecto directo del clientelismo político, debiendo erradicarse para ganar confiabilidad, respeto y el sitio que pretendemos ocupar dentro de la región.