- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
Eclesiastés 3 dice: “Hay un tiempo para todo. Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: tiempo para nacer y tiempo para morir; tiempo para plantar y tiempo para cosechar; tiempo para matar y tiempo para sanar; tiempo para destruir y tiempo para construir; tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para estar de luto y tiempo para bailar; tiempo para esparcir piedras y tiempo para recogerlas; tiempo para abrazarse y tiempo para apartarse; tiempo para buscar y tiempo para perder; tiempo para guardar y tiempo para desechar; tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callar y tiempo para hablar; tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la paz”.
La política se enfrenta a una paradoja tremenda. Los ciudadanos tienen cada vez más acceso a información, pero a la par la capacidad que se tiene de prestarle nuestra atención a los mensajes es cada vez menor, pasa lo mismo con la capacidad de retención que es cada vez más corta. Diversas investigaciones coinciden en el siguiente dato: en los últimos quince años el ser humano promedio ha pasado de dieciocho a doce segundos. Brutal. Pero hay otro dato más brutal aún; diecisiete milisegundos (sí, milisegundos) es el tiempo que se toma una persona para decidir si es que lo que está mirando le interesa o no seguir viendo, leyendo o prefiere pasar de largo, hacer zapping. He ahí la paradoja para la comunicación política en general y en particular en su vertiente gubernamental, porque usualmente los gobiernos prefieren emitir mensajes en formato de datos, cifras, pero con eso no se logra captar la atención; si se quiere cautivar, se debe emocionar (y en las emociones también se incluyen las negativas, incluso la generación de controversias). Y al estar en función de poder (esto abarca a todos quienes ocupan algún espacio de decisión) también se deben comunicar resultados. Se precisa de mucha versatilidad, además de una obvia creatividad y un contenido ejecutado con base en ejes y líneas estratégicas.
Al mismo tiempo, la agenda de temas que están en el campo de acción de una persona con poder usualmente son complejos de argumentar. Requieren de más tiempo tanto en su presentación, ni que decir en la resolución de los mismos. Mientras tanto, la población tiene urgencias. Es necesaria una articulación que está muy lejos de ser sencilla. Ahí radica la relevancia que cobran las imágenes.
En la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, hay tiempo para todo. Es vital saber leer y medir los mismos. Tanto a la hora de pensar como también de ejecutar, teniendo como prioridad que el mensaje llegue a quien queremos y con el framing que nos interesa y que a nuestro parecer es el más conveniente.