“El presidente Javier Milei por momentos luce muy poderoso. De a ratos, extremadamente frágil. Con cada amanecer se lo percibe como se autoconstruyó. Como un león voraz e insaciable que hace tabla rasa con todo y emerge victorioso frente a ‘la casta’, como él nos llama pese a dedicarse a lo mismo que nosotros. Recorta gastos, intenta disciplinar de muy mala forma a la dirigencia que él dice que ‘no la ve’.
Pero con cada atardecer es posible imaginarlo como un mandatario que no consigue aprobar su plan de gobierno en el Parlamento, que no logra ordenar su gestión que en algunas áreas aparece como paralizada y que se puede verlo e imaginarlo como un experto en coleccionar fracasos más allá de los improperios irrespetuosos que dedica a las oposiciones o a mandatarios regionales como el presidente (de México Manuel Andrés) López Obrador o (de Colombia Gustavo) Petro”, coinciden en expresar ante La Nación un grupo de dirigentes de las oposiciones que se desean Felices Pascuas en un café cercano a la Recoleta en Buenos Aires. Como suele ser en la Argentina de los atemorizados desde décadas, piden que sus identidades no sean reveladas.
Uno de ellos, que hasta el momento permanecía en silencio, después de advertir que coincide con sus colegas, apunta que también acuerda con la descripción realizada por la vicepresidenta Victoria Villarruel quien días atrás comparó a “Javier (con) un pobre jamoncito” entre ella y Karina Milei, la hermana del jefe de Estado y secretaria general de la Presidencia.
Otros observadores consultados -también desde el anonimato- opinan que “el presidente es en las redes lo que no consigue ni parece ser en la gestión (donde) sus frenéticas intenciones reformistas encuentran los límites de lo posible en la inmediatez por las exigencias de la ley”.
Pero, es necesario decir que, más allá o no de las extravagancias del señor Javier Milei, siempre suele haber distancia entre el querer y el hacer de cualquier presidente cuando su poder parlamentario, territorial y político es mínimo. Con los resultados de las encuestas divulgados masivamente no es suficiente para gestionar la política porque el poder solo emerge y deviene del voto popular y no de los diseños muestrales de los altamente capacitados y respetados analistas de opinión que realizan esos trabajos. Se suele afirmar que los presidentes, ostentan y ejercen el máximo poder dentro de un sólido entramado de posibilidades que la ley establece con claridad para impedir el totalitarismo. De eso se trata la voluntad popular y la representatividad.
Mientras en la Argentina de la realidad real que es también la de la realidad virtual y finalmente se constituye y actúa dentro de un esquema de realidad mixta a partir de las prácticas sociales de comunicación en red, aquí se acelera la recesión. La estanflación permanece. Las ventas en los supermercados y comercios de cercanía –como se denomina en los últimos tiempos a los almacenes y verdulerías de barrio– caen a plomo. El aumento constante en el valor de los precios de las tarifas de los servicios públicos y de los combustibles hace que amplios sectores sociales usen menos sus automóviles. Crece la cantidad de personas que en situación de calle sobreviven en las puertas de los edificios que tornan en hábitat para los que menos tienen que no siempre son mendicantes.
Hay más despidos y suspensiones de trabajadores en empresas de todo sector. Se asegura que en los últimos 90 días cerca de 15 mil empleados estatales quedaron sin trabajo. En el mes de abril que comienza hoy las deterioradas jubilaciones y pensiones se pagarán “desdobladas”. En dos veces, para que quede claro. Aseguran que, en mayo, esos pagos se normalizarán. En los organismos multilaterales y hasta en el gobierno de los Estados Unidos hay preocupación porque el ajuste [la motosierra] en el gasto público sea prudente. De hecho, Rodrigo Valdez, director para el hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional fue claro aquí un puñado de días atrás y ante un nutrido auditorio.
“Las nuevas autoridades están implementando de forma decisiva un plan ambicioso de estabilización para dirigir, (y) restaurar la estabilidad macroeconómica”. Agregó que “el plan está focalizado en un ancla fiscal muy fuerte que elimina completamente cualquier financiamiento del Banco Central al Gobierno a la vez que lo combina con políticas para bajar la inflación, para aumentar las reservas o también para reorganizar las distorsiones que están impidiendo el crecimiento en el país”.
Destacó que “el progreso (en las cuentas públicas) hasta ahora ha sido impresionante. (Porque) Hay superávit fiscal en general, en enero y en febrero por primera vez en más de una década (…) las reservas internacionales están en reconstrucción, la inflación está cayendo más rápidamente de lo que anticipábamos e indicadores como el mercado paralelo y la brecha cambiaria siguen mejorando”.
Sin embargo, el señor Valdez enfatizó en que “es muy importante seguir mejorando la calidad del ajuste fiscal (y) no (la) cantidad”, palabras que fueron interpretadas como una preocupación en los recortes del gasto social.
En la misma línea el embajador de los Estados Unidos Mark Stanley también pidió por jubilados y quienes reciben ayudas sociales. Hay quienes aseguran que hubo gestiones [lobby] desde el Vaticano para que el saneamiento económico se realice con sensibilidad social. ¿Cómo verificarlo? Sí se sabe y conoce que la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva cultiva aceitados vínculos con el papa Francisco, aunque se desconoce si el gobierno argentino escucha esas demandas y sugerencias.
Algunos analistas externos que ponen su mirada en la Argentina a pedido de eventuales inversores que hasta ahora no llegan con sus dineros a este país procuran conocer “hasta cuándo la gente aguantará el shock primero y el ajuste después”. También lo hacen los estudiosos de la opinión pública en el plano interno. ¿Quién puede dar la respuesta a ese interrogante? Todavía no se hace público.
Por primera vez en décadas, entre enero y febrero pasados fueron más las personas que aquí vendieron dólares que las que compraron monedas fuertes para conservar el valor de sus ingresos. Pero no todos tienen dólares, euros o yenes para vender y zafar. ¡Ni joyas de la abuela, que se vendieron en otros tiempos!
La inflación -que el presidente Milei y algunos de sus colaboradores sostienen que baja y que bajará aún más- también decrece cuando no se tiene para comprar y, por ello, el mercado baja los precios.
El gubernamental Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) reportó que en el mes de marzo que finalizó ayer la Canasta Básica tiene un costo de $690.901,57 (unos USD766 al precio oficial). El salario mínimo en este país es de $202.800 (USD225). La prestación por desempleo alcanza a $101.400 (USD1125). En ese contexto existen quienes afirman que cuando se conozca la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se sabrá que estará más cerca del 10 % respecto de febrero último que se reportó en 13,2 %. Algunos optimistas auguran que en mayo venidero podría perforar el piso actual y ser de un dígito. Ver para creer.
Mientras, en los tribunales se acumulan recursos de amparo para atacar las decisiones presidenciales que afectan salarios, estabilidades laborales, las cada día más disminuidas remuneraciones que perciben jubilados y pensionados o las provincias para defender los recursos que constitucionalmente les debe compartir el Estado Federal. Claro que estas últimas presentaciones llegan directamente a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que, desde enero y sin plazos, analiza el primero de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) gubernamentales que, justamente por ello, no puede aplicar la reforma laboral que ansía.