El ingreso de dinero más importante para un gobierno son los impuestos. Hay otra plata que se recibe de fuentes diversas. Pero nunca con el valor, la importancia y el peso de los impuestos. Es el pilar. El Gobierno no podría funcionar sin el ingreso de los impuestos. Y es la gente la que los paga. Así el Gobierno cubre o paga o financia sus gastos. Es la mensualidad clave.

Más impuestos paga la gente y menos dinero tiene en sus bolsillos. Pero se recompensa ese dar al recibir en contrapartida los llamados servicios públicos brindados por el Gobierno en servicios (educación, salud, seguridad, administración de poderes del Estado, como el Ejecutivo y el Parlamento) y productos (viviendas, obras públicas, papeles, notebooks). Las sociedades necesitan de un gobierno como rechazan vivir en el caos total. Más en cantidad y más en calidad en la mejora constante de los servicios públicos recibidos, con eficiencia, eficacia, transparencia, mínima corrupción, castigo severo al mal uso del dinero de la gente, costos bajos (cantidad de funcionarios), y se tendrá en consecuencia una ciudadanía satisfecha. Satisfecha ella más dispuesta está a pagar los (sus) impuestos, dependiendo claro está de su cultura tributaria, de su educación tributaria. En el largo plazo, históricamente hablando, de su tradición tributaria. Esta herencia y realidad lo tiene, por ejemplo, Uruguay. Paraguay no. Todo lo contrario. Así como Paraguay tiene una tradición histórica como país contrabandista, también ha abrazado la conducta social de no querer pagar impuestos. Claro, no hablamos del todo y de todos en ambos casos. Pero la generalidad es un sello de identidad.

Cuando baja la recaudación de impuestos hay problemas serios para el Gobierno a la hora de pagar sus cuentas. Puede bajarlas, no mucho y no con la rapidez que se necesita. Recurre entonces al endeudamiento, interno o local, e internacional. ¿La razón es simple? Sí. Los gastos superan a los ingresos y hay déficit fiscal, la diferencia negativa, que sí o sí debe ser cubierta. Los impuestos son el 73 % de los ingresos totales del Gobierno (datos 2023). El año pasado con el 65 % de los impuestos recaudados (USD 4.363 millones) se pagó un total de 2.836 millones de dólares en salarios de los funcionarios públicos. 65 % ayer y 69 % en el periodo enero-febrero 2024, pago de salarios con impuestos: USD 505 millones de USD 732 millones en el primer bimestre del año. En realidad, este final feliz no debe hacernos olvidar la tragedia vivida a partir del 2012 por un presupuesto irresponsablemente inflado por políticos desequilibrados y destructivos que un año atrás decidieron subir los salarios en un promedio del 30 % (escala del 10 % al 60 %), lo que obligó a comer el 83 % de los impuestos (67 %-65 % antes). Para el 2013 la tragada fue del 86 %. En tan solo tres años (2011-2013) el pago de salarios con impuestos subió 1.375 millones de dólares (88 %). Mientras, los ingresos vía impuestos aumentaron 1.011 millones de dólares (42 %). Desde el 2018 al 2023 (en cinco años) la recaudación de impuestos pasó de USD 4.085 millones a USD 4.362 millones, con un aumento del 7 % o USD 277 millones más.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Y este es un punto central en la opinión de aquellos que consideran muy baja la presión tributaria del 10 % y que la sustancial mejora para conseguir más recursos con los que financiar los mayores servicios públicos en cobertura y calidad no puede depender casi únicamente del comportamiento de la economía (tuvimos tres años malos, por cierto, 2019-2020-2022). Hay que subir los impuestos. Hay una urgencia por más recursos para el gasto social. Simplemente el dinero es insuficiente, aun considerando su mala utilización, la corrupción y las bases negativas del pésimo servicio público (gente e instituciones). Claro que esto requiere una suerte de pacto político, económico y social, para asegurar el buen uso de estos nuevos recursos y de todos los recursos. Siendo el eje de la propuesta una limpieza y un reordenamiento del Gobierno, saneado, sano. Es imposible no pensar en otro país, diferente y mejor que el actual.

En la vereda del frente están los que ven una realidad desfavorable que no se puede cambiar subiendo la presión tributaria vía el aumento de los impuestos. El aumento de la recaudación de impuestos debe ir de la mano de la marcha de la economía, de la constante formalización de las distintas actividades económicas en todo el país para ampliar el mapa de contribuyentes, en el combate a la evasión, en el fortalecimiento de una campaña educativa para una ciudadanía con cultura tributaria, y el fin de la impunidad. Hay que ver y recibir las mejoras de los servicios públicos, el fin del Gobierno como botín, y políticos civilizados. Este es el estímulo faltante, para motivar. Subir impuestos en una realidad muy mal vista es lograr un tiro por la culata. En este escenario, además, subir impuestos daña las decisiones de inversión privada. Según informe de la Cepal con datos para el 2021 el promedio de recaudación tributaría como proporción del PIB (incluye las contribuciones a la seguridad social) para América Latina y el Caribe (ALC) fue del 21,7 %. Comparativamente en el caso de los países ricos (OCDE) la presión fue del 34,1 %. Veamos algunos países: Brasil 33,5 %, Argentina 29,1 %, Nicaragua 27,1 %, Uruguay 26,5 %, Costa Rica 24,2 %, El Salvador 23,3 %, Bolivia 22,6 %, Chile 22,2 %, Colombia 19,5 %, Ecuador 19,4 %, Perú 17,9 %, México 16,7 %, Guatemala 14,5 %, Paraguay 14 % y Panamá 12,7 %.

No puedo entender ni aceptar que la recaudación de impuestos en cinco años solo haya registrado un aumento del 7 % o USD 277 millones más con respecto al 2018. Es inadmisible. Como increíble. Es absolutamente insuficiente, y fuente de endeudamiento por déficit fiscal. Todo aumento extra en la recaudación de impuestos debe ser blindado, por ley, y usarlos solamente en aquellos sectores básicos y actividades claves cuya gestión medida en resultados de mejoramiento merezcan el mayor sacrificio de la gente. El gasto salarial se ha contenido en término de los impuestos que se usan. Pero, es relativo, al no tener una clase política civilizada es enorme el riesgo de locuras como las del 2011. La clase política en ciertos periodos en la dictadura de Stroessner y en la década del 90 era infinitamente mejor, superior, y responsable, frente a la actual, la de hoy, desvalorizada en un 95 %. Es falso que Paraguay no tenga Gobierno, lo que no tiene son políticos preparados, responsables y patrióticos. Antes de subir impuestos hay que reformar radicalmente la caja fiscal, cuyo agujero es un barril sin fondo para los impuestos usados porque los aportes no cubren los pagos de jubilaciones (maestros, policías y militares). Y, por último, en términos de los servicios públicos prestados (cantidad y calidad) y su financiamiento hay que considerar que según el censo 2022 nuestra población pasó de una proyección de 7.500.000 habitantes a 6.110.000, con una reducción de casi 1.400.000 en población.

En conclusión, no discutiré la validad de una y otra opción para subir y mejorar el ingreso de impuestos. Pero urge un estudio a fondo. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD


Dejanos tu comentario