- Por Víctor Pavón
En el sector eléctrico se viene cometiendo un error desde hace décadas que repercute sobre la realidad. Se considera que la estatal Administración Nacional de Electricidad (Ande) debe seguir sin competencia de otros oferentes debido a que es un monopolio natural. De esto se desprende, igualmente, la política de proponer inversiones para la Ande mediante endeudamiento público.
El resultado está en que la mayoría de los políticos, burócratas y analistas del sector creen que en el sector eléctrico la competencia no puede llevarse a cabo. Un error adosado de intereses para perpetuar el actual modelo. Esto es aprovechado por otros tantos para mantener un esquema de sobrecostos y licitaciones no siempre transparentes donde el consumidor final las paga y caro, igual que lo hace el país en su conjunto.
Según la teoría del monopolio natural, resulta más conveniente que un bien o servicio sea producido por una sola empresa que por dos o más. Y la provisión de electricidad como de agua potable se constituyen en sus ejemplos.
La economía, por fortuna, ha venido avanzando mediante teorías que han sido comprobadas y, por ende, no pueden ser desechadas, a menos que las perversiones de los intereses creados los hagan a un lado como en efecto sucede en nuestro país.
Vernon Smith, Premio Nobel de Economía en el año 2002 por sus contribuciones a la economía experimental, ha demostrado que la apertura del mercado eléctrico es absolutamente posible poniendo como ejemplo este autor, entre otros, a Inglaterra mediante la puesta en marcha de un mercado competitivo de electricidad, que logró beneficios para el consumidor con efectos sobre otros sectores.
Todavía más, el consumo de energía es variable según la zona, la hora y época del año, motivo por el cual las empresas proveedoras pueden competir por sus precios al público. Sin no hay competencia, entonces se debería pagar el mismo precio sin importar el día ni la hora ni la época del año.
La realidad viene demostrando en los países (Estados Unidos es un ejemplo) que la apertura del mercado eléctrico favorece al usuario, el que paga todos los meses su factura.
No obstante, la teoría del monopolio natural fue desechada hace tiempo. Es un mito del estatismo. Incluso antes de los aportes del citado Vernon Smith, los cambios tecnológicos fueron dejando de lado a los monopolios naturales desde la década de 1980.
Fue así que en el sector eléctrico, los generadores más pequeños y las centrales eléctricas alimentadas con gas se volvieron competitivas poniendo en aprietos a las empresas estatales. Las computadoras y otras tecnologías redujeron los costos incentivando la competencia, primero, en los mercados de energía mayoristas y, luego, en las ventas minoristas.
La denominada integración vertical que tiene hoy la Ande, y se consideró como correcta tiempo atrás, a la fecha está desfasada en la teoría y en la práctica, conspirando contra los intereses de los usuarios, así como del presente y el futuro del Paraguay.
Es cierto, el mercado eléctrico necesita de reglas de juego institucionales, pero no quiere decir que no sea un mercado exento de competencia. De manera que si el Gobierno desea que estemos mejor, debe proceder a la apertura de este sector. Seamos protagonistas de lo mejor y no espectadores de lo peor.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República”.
La economía, por fortuna, ha venido avanzando mediante teorías que han sido comprobadas y, por ende, no pueden ser desechadas, a menos que las perversiones de los intereses creados los hagan a un lado como en efecto sucede en nuestro país.
La denominada integración vertical que tiene hoy la Ande, y se consideró como correcta tiempo atrás, a la fecha está desfasada en la teoría y en la práctica, conspirando contra los intereses de los usuarios, así como del presente y el futuro del Paraguay.