Bajo este eslogan, el Estado paraguayo en su conjunto promueve a la guarania como patrimonio cultural de la humanidad.
La cultura paraguaya es muy rica por su variedad y originalidad. La Unesco la define como un conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social. En nuestro país, la profunda espiritualidad no solo proviene de la religión que trajeron los españoles, sino de la tierra fértil que encontraron en el pueblo cario de la familia lingüística guaraní que habitaba en los alrededores de la bahía. De la unión física y de la interacción del encuentro de estos dos mundos nació la cultura hispano-guaraní. Cuando llegaron los jesuitas encontraron que la música era capaz de doblegar hasta al nativo más indómito, floreció la música en las reducciones jesuíticas. Los pueblos reducidos fabricaron sus propios instrumentos, inspirados en aquellos venidos de Europa. Le agregaron y quitaron cuerdas y le dieron la sonoridad de las maderas nativas.
Aquí, a orillas de la bahía, a metros del río, en un barranco llamado Punta Karapã, nació un niño bautizado con un nombre eufónico que quizás presagiaba su destino: era José Asunción Flores, un mitã'i churi travieso e inquieto. Cuenta la historia que se ha convertido en leyenda, que Jose’i fue enviado a la Banda de la Policía para que los instrumentos aplacasen su ímpetu juvenil. Allí se identificó con el trombón, instrumento de viento que se hace oír por sobre la multitud. Allí nació José Trombón, el pequeño Asunflor, desde la Chacarita hasta las gélidas tierras de Rusia llegaron sus sinfonías. De los arrabales de los caseríos de Asunción surgió el género urbano paraguayo: la guarania. Y se fueron uniendo voces y talentos. La guarania atravesó el siglo XX, se hizo leyenda en muchas canciones: Nana Mouskouri interpreta “India”, de José Asunción Flores. Lo hacen otros y otros. Este año 2024, por fin, el Comité de la Unesco estudiará entre 68 candidaturas la de Paraguay, que propone a la guarania como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Será una reinvidicación al humilde maestro Flores, recordado por sus coetáneos por su generosidad y su espíritu de niño. Así contaba Federico Abente que lo recibió en Buenos Aires y en cuyos brazos falleció. Él lo dijo en un reportaje y contó cómo fueron sus últimos momentos.
El encuentro de la comisión especial de la Unesco se haría justamente a orillas de esa emblemática bahía donde nació la nación paraguaya y que inspiró a Flores y cuya letra le puso Manuel Ortiz Guerrero: “Paraguaýpe”.
Dos mujeres son artífices de este gran acontecimiento que tendrá sede en Asunción: Adriana Ortiz, ministra de Cultura de Paraguay; y Nancy Ovelar, embajadora paraguaya ante la Unesco. Ellas, acompañadas de otros paraguayos que las apoyan en sus proyectos, han conseguido que por primera vez la capital paraguaya sea sede de una reunión de la Unesco. Representantes de 120 países estarán en Asunción del 2 al 7 de diciembre y alrededor de 1.500 personas provenientes de todo el mundo.
Es un gran desafío para todos los paraguayos ser anfitriones de este magnífico evento cultural sin precedentes. Si la guarania es declarada, por fin, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, será una fiesta nacional que se unirá a los festejos de la Virgen de Caacupé en su víspera.
Muchos artistas, intelectuales, investigadores culturales, intérpretes, gestores de nuestra cultura han venido trabajando por esta candidatura. La proclamación de patrimonio es un premio para los que ya se fueron, para los que están y para los que vendrán.