Se fortalece el crecimiento y mejora la estabilidad en Brasil, es mayor la recesión en Argentina, con algunas señales positivas, danza inflacionaria menos rápida pero aún alta, dólar controlado y la gente sufriendo por no pagar sus almuerzos en décadas, con dinero gratis de un Estado populista.

  • Por Pablo Alfredo Herken Krauer
  • Analista de la economía
  • Email: pabloherken@yahoo.com

Se fortalece el crecimiento y mejora la estabilidad en Brasil, es mayor la recesión en Argentina, con algunas señales positivas, danza inflacionaria menos rápida pero aún alta, dólar controlado y la gente sufriendo por no pagar sus almuerzos en décadas, con dinero gratis de un Estado populista.

El escenario económico global de nuestros dos vecinos grandes, Argentina y Brasil, que influye de manera determinante en nuestro crecimiento y nuestra estabilidad y sus perspectivas se presenta hoy y luce en general con más luces con respecto a meses atrás. En la economía brasileña hay un claro fortalecimiento de su avance y equilibrio, con algunos cambios que podrían parecer poco, pero es mucho, teniendo en cuenta que es la octava mayor del mundo (participación del 2,3 %), hablando concretamente de tamaño del valor de la producción, y no necesariamente de la calidad de su desarrollo y del nivel de vida. No es un cuestionamiento, es una realidad de facto. Pero, es hoy la octava mayor economía mundial, dentro del selecto grupo de ocho que tienen un peso del 56 % en la mesa del juego internacional. En el marco latinoamericano la brasileña es la primera economía con un aporte del 32 %, ubicándose a continuación México con 25 % (un total como dúo del 57 %). Pero es en el Mercosur que su tamaño crece siendo el socio con 73 % de contribución (Argentina 23 %), quedando los pequeños Paraguay y Uruguay en la repartija del 3 % correspondiente. De manera directa en nuestro relacionamiento con Brasil –obviando momentáneamente por su relevancia estratégica todo lo de Itaipú– ese país (su economía) recibe el 25 % de nuestras exportaciones genuinas, es decir, USD 3.008 millones, sin considerar el comercio fronterizo de reexportación, por USD 4.377,4 millones el año pasado, con un aumento del 41 %, contribuyendo con un 25 % en las exportaciones totales USD 17.312 millones, que comprende las registradas por USD 11.890 millones. E importamos del Brasil el 25 % de nuestras compras del exterior por USD 3.764 millones, sobre un total registrado de USD 15.056 millones. En el intercambio de venta y compra el mercado brasileño es en ambos casos el segundo de mayor importancia. Consideremos lo que hoy se dice de la economía brasileña (informe Itaú):

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Hemos elevado nuestras estimaciones de crecimiento del PIB al 2,0 % desde el 1,8 % tanto para 2024 como para 2025, incorporando la mejora de las perspectivas del crédito, que ha sido confirmada por los últimos datos. Es probable que el mercado laboral también siga siendo sólido. Nuestras previsiones de tasa de desempleo se han revisado del 8,0 % al 7,8 % tanto para 2024 como para 2025. Nuestra previsión para el índice de precios al consumo IPCA en 2024 se mantiene en el 3,6 %, pero ahora vemos una composición diferente y menos benigna. Este año hemos incorporado una estimación más alta de la inflación subyacente de los servicios, lo que refleja la presión de un mercado laboral más ajustado y la aceleración de los salarios. Nuestra estimación para 2025 se mantiene en el 3,5 % debido al desanclaje de las expectativas de inflación a largo plazo y al mercado laboral aún ajustado. Es probable que el Comité de Política Monetaria del Banco Central de Brasil (Copom) continúe con su estrategia de recortar la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos en sus próximas reuniones. Sin embargo, la evolución del escenario internacional (con la perspectiva de un ciclo de flexibilización más corto en EE. UU.), así como el deterioro de la dinámica inflacionaria interna en el margen (con una mayor presión sobre los servicios vinculados al desempeño del mercado laboral) probablemente frenarán la caída de las tasas de interés en Brasil. Esperamos que la tasa Selic termine el año en 9.25 % anual (9.00 % anteriormente) y se mantenga en ese nivel durante todo 2025. Mantuvimos sin cambios nuestras previsiones de tipo de cambio para fin de año en R$ 4,90 por dólar estadounidense en 2024 y R$ 5,10 por dólar en 2025. Un retraso en el inicio del ciclo de flexibilización en EE. UU. y un menor presupuesto para los recortes de tipos este año podrían ejercer presión sobre la moneda, pero es probable que esto se vea compensado por un descenso más leve de la tasa Selic, lo que dejaría el diferencial de tipos de interés prácticamente sin cambios.

Prevemos un crecimiento del PIB del 2,0 % en 2024 (frente al 1,8 % anterior), gracias al gasto sostenido de los consumidores y al repunte de las inversiones. Hemos incorporado una perspectiva más positiva para los nuevos préstamos (especialmente a particulares e hipotecarios de vivienda), lo que ya ha sido confirmado por las cifras del Banco Central. A pesar de que nuestro indicador diario IDAT-Activity mostró una economía más débil en enero y cierta estabilización en febrero, seguimos esperando una recuperación del gasto en los próximos meses, impulsada por el aumento real del salario mínimo otorgado a principios de este año (que tiende a tener un efecto pronunciado en las ventas minoristas en marzo) y por un mercado laboral resiliente.

En el caso de la economía argentina y del país, hay una mezcla de señales positivas en el corto plazo, que deben extender su marcha y consolidarse para un 2025 de repunte con mayor estabilidad, pero en un escenario complicado, aún con mucha incertidumbre, y los grupos clásicos de poder tiroteando el programa oficial y al propio Gobierno. La economía cayó 1,6 % el año pasado, tercera caída en cinco años, y volvería a caer 3 % en este 2024, previéndose un eventual respiro para el 2025 recuperando la senda del crecimiento con un avance del 2,5 %. Pero la inflación fue y será alta, del 211,4 % el año pasado, al 180 % en este año, y un promisorio 60 % en 2025. El martes 12 se informó que en febrero la inflación fue del 13,2 %, con un segundo histórico superávit financiero en las cuentas del Gobierno, con buena reacción de los mercados a la baja de la tasa de interés. En diciembre 2023 la inflación fue del 25,5 % y 20,6 % en enero pasado. Así, la suba de precios fue del 36,6 % en el bimestre y del 276,2 % en doce meses, un año, o interanual. Un exageradamente eufórico Javier Milei dijo: “Estamos muy satisfechos, el plan económico está funcionando y los argentinos están viendo la luz al final del camino. El 70 % de los argentinos está seguro de que el Gobierno va a bajar la inflación. Nadie esperaba que lográramos un proceso de desinflación de estas características, que hoy es mucho más profundo que el que se dio durante la convertibilidad. Hay un trabajo formidable del ministro de Economía y del Banco Central, digno de admiración”.

De todas formas, la inflación es alta, y el precio de dólar se ubica y ubicará por debajo, lo que claramente encarece lo ofertado por Argentina al exterior, haciendo mucho menos favorable la tentación del contrabando en nuestro país. Todo lo anterior, acompañado con la dura realidad del costo social por el cambio y el reajuste del programa oficial de reordenamiento que impacta en la calidad de vida de los argentinos, acostumbrados por décadas a no pagar sus almuerzos, con mayor y mejor trabajo, siendo el Estado el generoso garantizador de una economía casi gratis o barata artificialmente. He aquí lo difícil del caso argentino: pasar de una economía artificialmente gratis y barata, con planes sociales solidarios a diestra y siniestra, botín y poder endiosado por los mandatarios kirchneristas y peronistas, por un lado; y por el otro, la Argentina simple, trabajadora, alejándose del papá Estado, productiva. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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