- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
El viernes 27 de mayo de 2022, un destemplado Mario Abdo Benítez, con la soberbia que atropella la prudencia, anticipa su estrategia en contra de sus enemigos políticos. Fue en el polideportivo El Cerrito de la ciudad de Coronel Oviedo. A su lado se mostraba eufórico el oriundo del lugar, Nicanor Duarte Frutos, de acuerdo con la crónica y foto que publica el diario Abc Color en su edición del día siguiente. Aunque no dio nombres, aquello de que “se ponga el sayo…” esta vez no corre. Ya veremos por qué. Esa noche, un exaltado presidente de la República afirmaba a su auditorio: “Voy a contar uno por uno y nada de lo que diga será mentira, va a ser con pruebas y con papeles para que ustedes sepan la verdad y salgamos a defender juntos el Paraguay (…). Muchas veces me preguntan por qué Marito no contó tal cosa, por qué ahora está contando muchas cosas. Yo soy un hombre institucionalista, yo hice mi parte como Poder Ejecutivo. Está documentado lo que yo hice en mi lucha contra el crimen organizado (…). Mi gobierno ya hizo lo que tenía que hacer, dejemos que las (otras) instituciones hagan su parte”. Tan institucionalista era que prefirió el linchamiento o escándalo mediático antes que el veredicto de la Justicia. El domingo 29 de mayo, apenas veinticuatro horas después de su intemperante anuncio, dos diarios ya tenían la “primicia”. “Informe vincula a Cartes (Horacio) con el lavado de dinero”, afirmaba uno (Abc Color); “La Fiscalía recibió un informe que involucra a Horacio Cartes en lavado”, decía el otro (Última Hora). El acto, siempre es necesario remarcar el contexto, se desarrollaba dentro de la campaña mirando las elecciones internas de la Asociación Nacional Republicana, señaladas para el 18 de diciembre de ese mismo año. Obviamente, estaban presentes el precandidato a la Presidencia de la República, y también vicepresidente Hugo Velázquez y el compañero de fórmula elegido el último día del mes de febrero, Juan Manuel Brunetti.
Lo que viene a continuación ya lo publiqué en este mismo diario y en este mismo espacio. Y mis fuentes se han mantenido en su versión. Después del acto, en un raro ataque de cordura para aminorar la premeditada alevosía, el que fuera mandatario entre 2003 y 2008 recomienda que “no es conveniente que el presidente se exponga en este tema” y aconseja que “es mejor filtrar la información”. Un método que le dio buenos resultados en su tiempo de presidente de la República para deshacerse de algunos de sus colaboradores. Me consta. Quien ejecutó la tarea de entregar los materiales a los medios hizo un trabajo de peón, de estafeta, de mandadero, sin importar la jerarquía de su cargo. La autorización, necesariamente, tuvo que partir de Abdo Benítez. De lo contrario hubiera cortado la cabeza de todo su servicio de “inteligencia”.
Somos un diario político, indudablemente, pero ello nunca interfirió en el ejercicio libre y responsable de mi profesión. La verdad no puede quedar sometida a procesos circunstanciales. Al contrario, parafraseando a uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, debe elevarse como la luna para que pueda alumbrar a todos por igual en sus virtudes y en sus vicios. El que se encargó de atizar el fuego de la incordia y la intriga fue Duarte Frutos. Montañas de hojas de diarios existen sobre el particular. Y fue después de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, aquel 22 de julio de 2022, utilizando las filtraciones como cabecera de puente, atentara de manera grosera y violenta contra nuestra soberanía, interviniendo –como si fuéramos una de sus antiguas colonias– en nuestros asuntos internos, ante el aplauso servil de los cipayos. La agenda de la alternancia estaba en marcha. Solo nos estamos reafirmando con lo ya escrito en su momento.
Veamos algunos ejemplos puntuales relacionados con el exdirector de Yacyretá: “Estados Unidos no persigue políticamente a nadie. No, ellos dicen: señores, ustedes están señalados por contrabando internacional de cigarrillos que usa la misma ruta de la trata de personas, del tráfico de armas; están lavando dinero y esa plata está expandiendo la criminalidad, y están financiando el terrorismo. De qué persecución política se puede hablar, cuando los señalamientos de significativamente corruptos tienen que ver con delitos trasnacionales que ponen en riesgo la seguridad” (Última Hora, 5 de agosto de 2022). Abc Color, por su lado, titula la misma información: “Nicanor al cartismo: ‘No hay persecución política; ustedes están financiando el terrorismo”. El 14 de agosto, Abc Color: “Cartes debe renunciar, insiste Nicanor Duarte Frutos”. Hacía referencia a la candidatura a la presidencia de la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Ya en el cuerpo de la información añade que “Cartes obstruyó una importante investigación internacional sobre el crimen trasnacional y a su asociado criminal de un posible enjuiciamiento”. El 26 de agosto, desde El Vaticano, pontifica: “No creo que el Gobierno norteamericano haga afirmaciones sin pruebas, al cohete”. El 10 de setiembre: “La soberanía no se puede invocar para defender al patrón, al jefe (…). Invocar la soberanía para defender a personas acorraladas desde la comunidad internacional, con denuncias bastantes graves, es un cinismo que no tiene nombre”. Y me detengo en lo del “cinismo que no tiene nombre”. Sin parpadear afirmó a radio Ñandutí el 9 de marzo de este año, casualmente el día de la convención de la ANR: “Hubo una injerencia perversa del Departamento de Estado en Paraguay”.
Ya me había prometido a mí mismo que todos los adefesios guturales de este personaje siniestro los reservaría para mi libro de larga y paciente construcción: Esquizofrenia política. Pero esto último fue una patada al hígado. Ya superó todos los umbrales de la decencia. De lo que estoy convencido es que siempre va a encontrar la manera de caer más bajo aún. Como diría Juan León Mallorquín: El afán de lucro le obsesiona. Y enloquece. Buen provecho.