- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
La política paraguaya es un universo muy particular. Difícilmente se la pueda comprender desde afuera, incluso a diversos grupos locales se les hace cuesta arriba. Ni hablar de emisarios extranjeros. La historia de la misma está marcada por divisiones, expulsiones, revoluciones, exilios, magnicidios. Basta repasar un poco nuestra historia para observar con claridad que los tiempos de convulsión han sido de mayor extensión que aquellos donde primó la estabilidad y gobernabilidad.
La administración de Santiago Peña y Pedro Alliana ha asumido el enorme desafío que le han otorgado los paraguayos en las elecciones. Rearmar la alicaída institucionalidad que dejó el anterior gobierno no es una tarea que se haga de un día para el otro. La reconstrucción de confianza tanto interna como a nivel internacional mucho menos. Principal y primordialmente se trata de cumplir con las expectativas del electorado que busca soluciones a los problemas que siente en su día a día. Y una de las condiciones para lograrlo es el diálogo entre los tomadores de decisión.
En la misma línea, el espíritu de diálogo como mecanismo de construcción de consensos políticos es la línea que primó en la Cámara de Diputados. Esto se vio ratificado donde una arrolladora mayoría (un 90 % de sus colegas) optó por la reelección de Raúl Latorre para liderar la Cámara por un año más. Luego de una campaña de algunos medios que duró casi tres meses de tapas, los políticos dieron una muestra de madurez donde prevaleció justamente el mismo hilo conductor: estabilidad apuntando a optimizar una gestión legislativa para que proponga y vehiculice soluciones para las familias paraguayas.
El Partido Colorado en el Gobierno y como principal soporte está pasando por un proceso similar. Se fortalece con Horacio Cartes a la cabeza, con una línea de diálogo permanente tanto al interior del mayoritario Honor Colorado como con las demás fuerzas internas. Mientras la oposición cada día se muestra más fragmentada, la ANR construye mayoría tanto con sus correligionarios como incluso conquistando a integrantes de otros partidos políticos. En la Cámara de Senadores es otro espacio de decisión donde empiezan a haber vientos de diálogo y consenso, es previsible que en breve se tengan novedades al respecto.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, es permanentemente cuestionada por su desconexión con los temas de los electores. En Paraguay, hay una corriente mayoritaria que está apostando al diálogo y a la construcción de consensos que generen soluciones para la población. Ese es el camino para recuperar la confianza, lograr el desarrollo económico, mejorar la calidad de vida y a la par que eventuales plataformas electorales con aventureros al frente que sean vistos como alternativas.