Ya durante el periodo anterior un grupo de opositores habían planteado la creación de una comisión de acompañamiento a las negociaciones de Itaipú, desconociendo el rol constitucional que le asigna exclusivamente al Poder Ejecutivo la conducción de las relaciones internacionales y la celebración de los tratados o acuerdos con otras naciones.
Días pasados, veíamos nuevamente cierta “inquietud” de un sector de la oposición que reclamaba por la supuesta falta de transparencia en las negociaciones encaradas con el Brasil en torno a la hidroeléctrica. Sin embargo, si algo está más que claro desde incluso antes de la asunción del actual gobierno, es la línea bajada sobre lo que se pretende en la binacional, que por cierto está a punto de celebrar medio siglo de vigencia.
Lo que está claro desde nuestra perspectiva es la intención que tiene Brasil y que no se reduce simplemente a definir un precio para la energía que es sin dudas el tema del momento. Sabemos perfectamente que Itamaraty juega su propio partido y va mucho más allá de una visión cortoplacista. Lo triste es que acá la oposición le siga el juego, tirando en contra de cualquier propuesta que nuestro país quiera bajar sobre la mesa, con tal de obtener algún rédito político o la complacencia de algunos medios y periodistas.
Lo cierto es que Paraguay y Brasil tienen una gran oportunidad, ya que ambos países pueden analizar y adaptar todo lo que el Tratado de Itaipú contempla, y como tantas veces ya señaló el presidente Santiago Peña, dejar un legado para las próximas generaciones, así como lo hicieron ambos gobiernos hace 50 años. Es necesario tener en cuenta el desarrollo evolutivo del Derecho Internacional, para hacer que algunas de las estructuras que fueron decididas medio siglo atrás se vuelvan adaptables en estos tiempos cambiantes, de manera a continuar con el beneficio para los dos países.
Esta no es una guerra ni mucho menos un conflicto diplomático como quieren instalar algunos. Al contrario, se olvidan que Itaipú precisamente surgió como una solución a una divergencia limítrofe. Ahora, se deben discutir los nuevos estándares sociales y ambientales, así como los precios que uno de los socios tiene que pagar al otro en caso de la no utilización de su parte de la energía o restricciones innecesarias para vender o utilizar la energía producida que es limpia y renovable, los plazos, el fortalecimiento de infraestructuras o la utilización de nuevas tecnologías, etc. Como vemos estos son solo algunos de los factores imprescindibles que deben ser tomados en cuenta y definitivamente, Itaipú puede y debe continuar aportando para el beneficio de ambos países, de la región y para las futuras generaciones. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.