Parlamento. Lo hizo de noche. Inusual. Un reducido grupo de personas se acercó al edificio del Congreso Nacional cercado como consecuencia de un extendido dispositivo de seguridad. En el hemiciclo parlamentario sobre 24 gobernadores se hicieron presentes 12. La relación entre el Poder Ejecutivo y los jefes de Estado provinciales no está en su mejor momento.
El Gabinete nacional casi con asistencia perfecta recibió al señor Milei. La excepción fue la ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino, “ausente con aviso” por el casamiento de uno de sus hijos lo que se lo impidió. De todas formas, en el mensaje sobre el estado de la Nación que pronunció el jefe de Estado no apuntó en general ni en detalle la política exterior que, necesariamente, es uno de los ejes sobre los cuales sustentar su gestión de gobierno. De hecho, los nombres que hasta ahora se conocieron de personas propuestas para ser embajadores políticos (no de carrera) en algunos países centrales no se conoce que hayan sido tratados ni aprobados por la Comisión de Acuerdos del Senado. Un déficit notable.
El mandatario se expresó durante 76 minutos en los que tuvo palabras duras para con los gobernantes que lo precedieron. La expresidenta (2007-2015) y exvicepresidenta (2019-2023) Cristina Fernández; el diputado Máximo Kirchner; el exministro de Economía Sergio Massa, a quien derrotara en la segunda vuelta presidencial del pasado 19 de noviembre fueron destinatarios de fuertes críticas. También el dirigente sindical Pablo Moyano y el líder social Juan Grabois. A todos responsabilizó de (presuntos) actos de corrupción. En el listado añadió a Roberto Baradel, el más notorio sindicalista del sector de la educación que, desde este lunes, inicia una huelga que afecta y en algunos casos impide el comienzo de las clases.
La ponencia presidencial fue emitida a través de la cadena nacional. Algunas informaciones circulantes dan cuenta que el nivel de audiencia promedió los 50 puntos de rating. Los estudiosos de esos datos cuantitativos aseguran que fue “récord”. Para nada sorprendente. Conocedor el presidente y algunos de sus allegados de los secretos para construir audiencias amplias, durante los tres días precedentes a su discurso dejaron trascender algunos de los ejes que habría de abordar el mandatario que categorizó al Congreso como “un nido de ratas”, a los congresistas como “traidores” y a la política en general como “la casta”.
Sí tuvo elogios para el expresidente Carlos Menem (1989-1999) al que ensalzó por “ser el primero que dijo la verdad”. Sorprendente. El propio Menem, en una de sus frases más recordadas, aseguró que mientras hacía campaña para las elecciones presidenciales en las que triunfó no dijo cuál era su programa de gobierno “porque si lo decía, no me votaba nadie”. Muchos de los colaboradores actuales de Milei se iniciaron en la vida política en los tiempos menemistas. Incluso el diputado Martín Menem –sobrino del fallecido exjefe de Estado e hijo de Eduardo, quien fuera presidente de la Cámara de Senadores– hoy es el titular de la Cámara Baja.
Sacudió a las organizaciones obreras y, en ese contexto, anunció que habilitará convenios de trabajo (paritarias) “por empresa” para evitar los acuerdos de las cúpulas gremiales con sus homólogos empresarios. La actual legislación lo impide. Un mimo para las izquierdas y los socialdemócratas que desde el retorno al sistema institucional en diciembre de 1983 luego del derrumbe de la última dictadura cívico-militar (1976-1983) abogaron por ello sin éxito.
La historia da cuenta que cuando lo intentó el presidente Raúl Alfonsín (1983-1989), esa reforma cayó en el Senado donde perdió por un voto. Luego de ello, el fallecido líder de la Unión Cívica Radical (UCR) –al que se lo suele señalar como “el padre de la democracia”– recibió como respuesta 14 huelgas generales organizadas por la Confederación General del Trabajo (CGT) que lideraba el dirigente cervercero Saúl Ubaldini.
El presidente Milei, en el capítulo económico, sugirió que aún quedan por delante meses duros. La estanflación –alta inflación más estancamiento– él y los economistas que lo acompañan liderados por el ministro Luis Caputo proyectan que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) continuará expandiéndose en dos dígitos. “A partir de junio o julio será de un dígito”, coinciden en sostener ante la consulta de este corresponsal cuatro altos funcionarios que prefieren mantenerse en el anonimato. Ver para creer.
“¿Qué ver?”, replican. Otros indicadores que necesariamente influyen en la evolución de la política económica y de la marcha de los precios. Y, a ello, es imprescindible añadir la construcción y sostenimiento de la gobernabilidad que, en lo que corre desde el 10 de diciembre último cuando asumió el presidente Milei, pende de un hilo de algodón.
La falta de buen y fluido diálogo del mandatario y sus principales operadores con las oposiciones que el Gobierno exhibió hasta aquí, al igual que el desconocimiento profundo de la técnica parlamentaria, por aportar un ejemplo de peso, indujo al jefe de Estado a que se percibiera sin salidas y retirara del Parlamento su proyecto de ley ómnibus que, al parecer, procura reflotar total o parcialmente.
De hecho, el pasado viernes Milei en su cuenta de X @JMilei posteó en hebreo –lengua sagrada– un fragmento del Libro del Éxodo que, traducido al español, dice que Dios le dijo a Moisés: “Talla para ti dos tablas de piedra a modo de lápidas, y escribe en las tablas lo que había en las primeras tablas que (te entregué y) rompiste”. Sorprendente mensaje del presidente de un país institucionalmente regido por un sistema republicano, democrático y laico. Todo parece sugerir que el señor Javier Milei percibe que gobernadores, parlamentarios, trabajadores sindicalizados, partidos políticos, aunque cada uno por sus propias razones, intereses e ideologías, están molestos con lo que ha sido hasta hoy el inicio de su gestión. De allí que algunas de sus palabras e imprecisas iniciativas pretenden ser todo lo balsámicas que quepan en sus prácticas sociales y políticas por momentos con formas, dichos y gestos que alguien podría categorizar como violentos. ¿Consciente de que solo cuenta con 37 diputados, 7 senadores, ningún gobernador y apenas un par de intendentes en todo el país, el mandatario levantó el pie del acelerador? “Creer o decir que Milei da un paso atrás es no conocer al presidente”, enfatizó Guillermo Francos, ministro del Interior, al ser consultado en ese sentido en el transcurso de una entrevista radial.
No son escasos los analistas que –después de convocar al eventual Pacto de Mayo que imagina el jefe de Estado– lo ven en la actitud que Francos niega. Tal vez tenga razón y el aparente paso atrás es para intentar saltar por sobre quienes se manifiestan refractarios o decididamente opuestos a sus políticas.
Sin embargo, no son escasos quienes así piensan porque el presidente propuso a los gobernadores firmar el Pacto de Mayo el 25 de ese mes en la provincia de Córdoba y para llamarlos a ello enunció públicamente 10 puntos para acordar, siempre que antes de esa cita, en el Parlamento apruebe sus proyectos para reformar más de 300 leyes en plena vigencia que, como se sabe, no alcanzaron aprobación en la Cámara de Diputados como tampoco un decreto de necesidad y urgencia (DNU) –con contenidos muy similares– que aguarda tratamiento en el Senado sin mucha posibilidad de éxito.
Pero llama particularmente la atención que entre esos diez ítems expresados por el presidente Milei en su convocatoria varios están contenidos en la Constitución Nacional como lo es el punto 1, donde se pretende establecer “la inviolabilidad de la propiedad privada”, o el 5, para “la rediscusión de la coparticipación federal (con las provincias) de impuestos (nacionales) para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual”. De hecho, en la reforma constitucional vigente –sancionada en 1994– ese debate está jurídicamente ordenado. Para ser claro, en algunas de las enunciaciones no es necesario un nuevo pacto, sino cumplir con el texto constitucional y las leyes vigentes.
Javier Milei, en el transcurso de su mensaje que tuvo pasajes fundacionales, enfatizó en que “no” tiene “aspiraciones personales”, recordó que un siglo atrás la Argentina supo estar entre los tres PIB (producto interno bruto) “más altos del mundo” y profetizó que de aplicar sus políticas en 100 años volverá a aquellos indicadores. Sin dudas prometedor. Pero las tensiones, dudas, tristezas y angustias sociales con 57,6 % de pobreza y 19.6 % de indigencia –datos a los que también aludió– se centran en cómo llegar al fin de este mes sin ser ni estar más pobres, más indigentes, más tensos, más tristes o más angustiados.