Una de las más recientes emergencias a la hora de analizar el devenir de la política es la deportivización de sus resultados. Ganó Fulano, perdió Mengano. No suele suceder en los análisis del periodismo profesional. Sin embargo, es común las redes. No es bueno ni es malo. Tal vez, además de impreciso, sea escaso resumir la política y relatarla con ese sentido.

La semana que pasó la Cámara de Diputados aprobó en general el proyecto de ley del presidente Javier Milei para introducir reformas sustanciales en la organización del Estado argentino. No obstante, la discusión no cerró el debate. Desde mañana, la Cámara Baja –en el recinto, en el pleno– continuará con el análisis de las pretensiones y necesidades del jefe de Estado. Los legisladores revisarán cada artículo. No será sencillo para nadie y ninguna de las partes involucradas e interesadas en el debate.

¿Hasta dónde estará dispuesto a retroceder Javier Milei? ¿Cómo saber cuáles serán sus límites? Lo actuado hasta el viernes que pasó revela que el partido de gobierno –La Libertad Avanza (LLA)– sin ningún gobernador, con 7 senadores, 38 diputados y unos pocos, muy pocos intendentes en todo el país, lo que es decir sin suficiente respaldo político ni territorial, quiera o no, tuvo, tiene y tendrá que rever algunas de sus intenciones. De 664 artículos que contenía el proyecto del Poder Ejecutivo, 299 quedaron en el camino por decisión del señor Milei que procura la aprobación de la iniciativa. Como debe ser, aunque parezca exagerado o increíble, el mandatario conduce esta operación política inicial de su gobierno personalmente, aunque –hay que decirlo– hasta el momento en los dos meses que corren desde que asumiera la responsabilidad de gobernar el pasado 10 de diciembre no lo consigue y su gestión aún no parece haber comenzado. Carece de las herramientas jurídicas para hacerlo y las que eventualmente el Parlamento acepte concederle en orden a su demanda –de alcanzarla– serán acotadas.

De hecho y hasta el día de hoy, por expresarlo de alguna manera comprensible, de aquella afiladísima y ruidosa motosierra con la que Milei hizo campaña con la promesa de desguazar el Estado para ir contra “la casta” de la que forma parte, aunque no lo acepte y haya quienes lo imaginen así, queda muy poco o parece que aquella herramienta está bien guardada. Los diputados en pleno ejercicio de sus mandatos en el Congreso Nacional lo persuadieron para que dejara atrás las prácticas de campaña electoral –cargadas de violencia dialéctica, simbólica y gestual– y al parecer optara por la construcción de consensos y la gestión de los disensos.

El presidente Javier Milei sabe que aún no alcanza su objeto del deseo. Del desguazado proyecto de ley que aún se analiza en la Cámara de Diputados, están pendientes todavía tres intenciones de alto valor político y jurídico. Para que quede claro. 1) El jefe de Estado quiere que el Parlamento delegue en el Poder Ejecutivo algunas de sus facultades constitucionales. 2) También procura privatizar 27 empresas estatales, aunque es relevante señalar que en el inicio de su presidencia la idea era vender 41 de ellas y, en el proyecto enviado al Congreso, el listado era de 36. 3) Modificar múltiples normas (cerca de 70 mil) para desregular la actividad económica en este país. 4) Que el Congreso deje de controlar la deuda pública. Esas iniciativas políticas centrales para el gobierno de LLA son las que se encuentran entre los artículos que uno a uno se debatirán desde mañana y generan rispideces. Para ninguna de las partes involucradas nada se ha resuelto con la aprobación en general de la iniciativa. Mucho queda por discutir. Pese a ello y mientras los intercambios de pareceres parlamentarios sucedan, el presidente Milei hoy partirá en viaje oficial. Visitará Italia, el Vaticano e Israel. Se reunirá con Giorgia Meloni, la primera ministra italiana; con el papa Francisco y con Benjamín Netanyahu, líder israelí. Lo acompañarán desde el inicio de la gira la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino. Horas más tarde –según lo que trascendió– se agregarán los ministros del Interior, Guillermo Francos, y de Capital Humano, Sandra Petovello. El 12 de febrero concluirá la agenda externa presidencial. El martes 13 el mandatario prevé estar de regreso en el país.

Desde ese momento –con el formato y la redacción con que hayan concluido los debates en la Cámara de Diputados, si fuera que esa etapa se superó– se iniciará el tratamiento del proyecto de ley en el Senado de la Nación. Todo indica o permite suponer –por una cuestión de números– que la disputa en la Cámara Alta será ardua. Mientras, el gobierno del presidente Milei continuará sin la herramienta jurídica que considera necesaria para gobernar la Argentina.

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