- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
El Viceministerio de Mipymes en una reciente reunión mantenida con los directivos de la Bolsa de Valores de Asunción señalaron su intención de que las mismas puedan tener posibilidades de incursionar dentro del mercado de valores a través de algunos instrumentos financieros.
Como intención o expresión de deseo es correcto, teniendo en cuenta que sigue siendo el sector que mayores fuentes de trabajo sigue generando a nivel mundial.
Ahora bien, es sabido que dentro de nuestro país tenemos a no menos de 230.000 empresas que operan en diversos ramos de negocios que no están aún formalizadas.
Es a esto lo que deberían enfocarse para que puedan previamente formalizarse, y a partir de allí auscultar las posibilidades potenciales de poder acceder al mercado bursátil, que bien podrían coadyuvar a un mejor trend de evolución de sus actividades, dado que lo que más precisan es capital de trabajo para hacer frente a sus necesidades (mantenimiento de inventario y financiación de cuentas a cobrar), que puedan ayudar a fortalecer su gestión económica (venta y utilidades).
Nuestro mercado de capitales ha logrado en los últimos 10 años un crecimiento exponencial de relevante importancia a través de la oferta de una variedad de instrumentos financieros.
Todas las empresas que participan de la misma cuentan con balance de situación y cuadro de resultados impositivos debidamente aprobados, se constituyen en una de las principales fuentes de información de los potenciales inversores para su toma de decisiones.
En el caso de las mipymes también deberían ir estructurando los mecanismos que les permitan en forma gradual su crecimiento hacia afuera, dando énfasis en forma prioritaria a la educación financiera, preparación de presupuestos financieros, formulación de políticas de marketing, cuentas a cobrar y manejo de stock, políticas de fijación de precios de venta además de mecanismo de segmentación de sus mercados objetivos incursionando en rubros en donde las empresas de tamaño corporativo no tienen intenciones.
Una vez logrado estos objetivos podremos tener a las mipymes cada vez más capacitadas a entrar a competir de igual a igual con otras dentro de nuestro mercado.
Independientemente a las posibilidades de que puedan tener acceso crediticio al sistema financiero, también podrían incursionar dentro de nuestro mercado de capitales, pero en forma gradual y bien organizada, transmitiendo confiabilidad a los inversionistas.
Los potenciales interesados en la compra de dichos instrumentos querrán conocer en mayor profundidad acerca de la performance, evolución y perspectivas de cada una de las mipymes, por la que es de primaria importancia entrenarlos e instruirlos muy bien en los temas precedentemente mencionados, que son los que les darían el basamento necesario para poder operar competitivamente, transmitiendo confiabilidad al mercado y a los potenciales inversionistas.
No dudamos de que si una mipyme está debidamente formalizada como empresa, y paralelamente se trabaja en la formulación de un programa intensivo de entrenamiento y capacitación de sus dueños y funcionarios, que no solo dentro del mercado bursátil podrían tener fuentes de financiamiento, sino también a través del sistema financiero, permitiendo que el abanico de posibilidades pueda expandirse y diversificarse mucho más.
Las mismas no deberían trabajar mirando solo las necesidades de nuestro mercado doméstico, sino en la medida en que vayan fortaleciendo su estructura económica-financiera-patrimonial podrán empezar a crecer hacia afuera, para lo cual la política de diplomacia económica puesta en marcha por el Gobierno les podría ser de mucha utilidad, pues está de por medio la creación de más fuentes de trabajo y generación de fuentes de divisas.
Estas empresas tienen un amplio margen de crecimiento cuali/cuantitativo, pero para ello sus propietarios deberán saber manejarlos de una forma dinámica estructuralmente para la obtención de los resultados económicos que esperan; y cuando precisen de financiación para capital de trabajo, las entidades financieras puedan ver cómo trabajan, cuáles son sus perspectivas, la visión y pragmatismo de sus dueños, entre otros aspectos.