Para la Argentina en este 2024 hay seguridad en las muchas incógnitas, cubiertas con un manto de sombras grises y negras; unanimidad en cuanto a lo doloroso de los múltiples escenarios que se dibujan y que se podrían dar; dudas vinculadas con el comportamiento y la capacidad de resistencia de los argentinos en una crisis mayúscula y enfermiza, ante medicinas y tratamientos amargos y duros para intentar sanar; sin que lo mejor esté al alcance de la mano en un tiempo que no se puede achicar; en que el sufrimiento y el sacrificio son y serán una realidad constante.
“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- POR PABLO ALFREDO HERKEN KRAUER,
- ANALISTA DE LA ECONOMÍA -
- EMAIL: pabloherken@yahoo.com
Y, el presidente Milei con su gobierno en acción, al mando con poder real en permanente discusión, convencido y esperanzado que la política de shock administrada con sinceramiento cambiario –devaluación superior al 50 % a partir del 12 de diciembre y otra semejante por venir en próximos meses– y fuertes correcciones, traerá muy gradualmente los resultados económicos esperados, sin que muera el paciente. Por donde se lo mire el 2024 es delicado, diríamos para resumirlo, de vida o muerte. Lo más feo se daría en el primer semestre. Si sobreviven, vendrían situaciones menos críticas, pero aún inestables. Y 2025 sería una puerta de salida más ancha del infierno a la normalidad relativa al estilo argentino. La normalidad parece poco, pero es el paraíso para la Argentina. País vecino al que van el 36 % de nuestras exportaciones, del cual viene el 6 % de nuestras remesas o dinero enviado por nuestros compatriotas viviendo y trabajando en ese históricamente hablando “el otro Paraguay” o “el Paraguay del sur” (USD 36 millones), es copropietario de Yacyretá, y tiene un peso económico del 23 % en el Mercosur. Lastimosamente, ahora, hacia su quinto retroceso económico en siete años (2018-2024), achicándose 5 % en términos del producto interno bruto (PIB) o tamaño de la economía. En comparación, nosotros avanzamos 15 %.
La economía argentina habría finalizado el 2023 con una caída del -1,5 % al -2,5 % según varias fuentes. Cuarta caída en seis años.
Para este 2024, una mayoría estima otro bajón económico: -1 %, -1,3 %, -2 %, -2,5 % -2,6 %, -3,3 % (con una curiosa excepción, la del Banco Mundial (BM), que espera un crecimiento del 2,7 %). Un abanico de escenarios. Si todo “marcha bien”, la economía argentina volvería a crecer en 2025: 1,8 %, 1,9 %, 2,3 %, 2,5 %, 3 %. En términos de inflación, al cierre de 2023 se registró un alza de 211,4 % (25,5 % solo en diciembre), el mayor aumento de precios desde 1990 (final de la hiperinflación: 1.344 %), después del 94,8 % registrado en 2022. ¿Qué se espera para este año? Las estimaciones también son varias: 180 %, 200 %, 280 %, y algunos cálculos apocalípticos del 400 % al 500 %, Para 2025 se daría una desaceleración de la inflación que podría cerrar en alrededor de 60 %. El ponerle freno a la inflación va de la mano con el comportamiento del precio oficial del dólar (mayorista o comercial), el que “puede” ser controlado por el Banco Central y también sujeto a su uso por disposiciones del Gobierno. El martes 12 de diciembre de 2023 Milei anunció la suba en la cotización oficial de 400,5 pesos a 800/820 pesos, lo que significa un aumento o una corrección nominal de 100 %/105 % y una devaluación de 50 %, consecuentemente. Actualmente el precio del dólar oficial se sitúa en 840,75 pesos. Cabe recordar que a finales de 2022 el dólar oficial era de 177,10 pesos, cerrando el 2023 en 809 pesos. ¿Y el precio para este año? Las mejores estimaciones hablan de un precio del dólar oficial a 1.700 pesos, aproximadamente, (corrección cambiaria de 102 %) u otra devaluación de 50 %. Cuando se dio la corrección el dólar blue o paralelo informal estaba en 1.070 pesos (brecha de 168 %), cotizándose actualmente en 1.235 pesos (brecha de 47 %).
Si la inestabilidad y las caídas son una constante en Argentina, es diferente la situación en Brasil, el otro gran socio en el Mercosur, con un peso de 74 %. La economía brasileña viene creciendo continuamente después del covid de 2020. Para el año pasado se estima un crecimiento de 2,9 % al 3,1 %, casi en línea con lo registrado en 2022. Pero el 2023 es el año de la desaceleración, con un avance estimado de 1,8 % como mejor posibilidad, frente a otras estimaciones de 1,5 % al 1,6 %. “La actividad económica de Brasil se estanca y agrega más desafíos a la gestión de Lula”, señalan expertos, agregando “la mayor economía de América Latina sucumbe a vientos en contra, incluidas las altas tasas de interés, mientras se desvanece el impulso de la solidez del consumo y la producción agrícola. Las condiciones meteorológicas adversas causadas por el fenómeno El Niño amenazan las cosechas en todo el país, y las ventas minoristas apenas crecen.
Los analistas prevén que la economía se expanda alrededor de un 1,59 % este año, frente al crecimiento de casi 3 % en 2023″. Con la desaceleración, la inflación estimada para este año es de 3,6 %, habiendo finalizado el 2023 en 4,6 %, ambos resultados favorables de cara al 10,1 % de 2021. El precio del dólar se mantendrá estable, con muy escasa variación. Un 25 % de nuestro comercio de exportación tiene que ver con nuestras transacciones con Brasil. Pero aquí no incorporamos el llamado negocio de reexportación o comercio fronterizo, que el año pasado sumó USD 4.377 millones (+41 %), equivalente al 25 de nuestras exportaciones totales de bienes. Monto récord en las estadísticas oficiales. Si al Brasil le va bien, a Paraguay también. Expresión tradicional, con verdades indiscutibles. Si a la Argentina le va mal, Paraguay no se beneficia, solo accidentalmente. Y las buenas economías no se construyen por accidente. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.