El IPS, ente autónomo y autárquico, orientado a la cobertura del seguro social de nuestro país, cuenta en sus legajos con miles de asegurados (activos, jubilados y pensionados).

Resulta inadmisible que una entidad tan grande con una estructura organizacional que abarca todo nuestro país siga funcionando basado en una Carta Orgánica que ya cumplió 80 años resultando totalmente anacrónica, vieja, obsoleta y desfasada en el tiempo en su contenido debiendo ser una de las principales prioridades de sus directivos su revisión y actualización para enviarlo al Parlamento a fin de aggiornarlo al siglo que nos toca vivir, y tener la posibilidad de ampliar y diversificar su abanico de productos y servicios ofrecidos a los asegurados fortaleciendo paralelamente el Fondo de Jubilación y Salud que permita poder seguir cubriendo en forma eficiente a las necesidades del 100 por ciento de los que recurren al mismo.

Hoy día el IPS cuenta con más de 26.000 funcionarios, habiendo ingresado a partir del 2018 más de 10.000 personas (principalmente en época de pandemia), lo que implica montos multimillonarios de erogación mensual en concepto de sueldos y otros beneficios, pudiendo muy bien a través de las divisiones de Organización y Métodos (O&M) y de talento humano realizar un trabajo conjunto de análisis y evaluación de todos los perfiles del puesto y determinar si los que forman parte de su plantilla son capaces e idóneos para cumplir a cabalidad con los objetivos cuali/cuantitativos de la institución.

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Hace poco uno de sus directivos mencionaba que el IPS tenía distribuido en comisionamiento a muchos funcionarios, lo que implicaba seguir pagando mes a mes sueldos por no menos de G. 8 mil millones.

Sería probable que estos comisionados quizás con acuerdo de talento humano hayan recibido el ok para migrar a otras instituciones, pues es usual que uno pida su comisionamiento a otra institución porque ya no se siente a gusto o bien porque su contribución no es la esperada.

Es probable que dentro de esta nómina existan cientos de funcionarios contratados, por lo que el IPS como una forma de racionalizar su plantilla al vencimiento de los mismos podría dar por finalizado el comisionamiento y la entidad que los recibió en caso que considere oportuno le integra a su plantilla y se haga cargo del pago de su salario.

En los últimos días “nos hemos desayunado” con la noticia de que más de 800 cargos, incluido recategorizaciones y promociones han sido ofrecidos ilegalmente por personas que formaban parte de la nómina de la institución, lo cual a simple vista parecería denotar una debilidad dentro de la estructura de control interno y también de talento humano.

Estos deleznables actos de corrupción no se pueden permitir dentro de ninguna institución, por lo que es directa responsabilidad de las autoridades del ente velar día a día por que el organigrama no sea meramente “de fachada”, sino que los que los integran sean personas comprometidas ética y moralmente con la institución que permitan que el desenvolvimiento institucional interno sea lo más eficiente posible y que los asegurados quienes con sacrificio aportan mes a mes para acogerse alguna vez a una jubilación digna se sientan confortables y confiados en que la estructura económica-financiera-patrimonial es manejada profesionalmente.

Se les presenta a sus autoridades una brillante oportunidad de poder hacer toda la depuración que necesario fuere, pero en forma proactiva y no reactiva, pues el IPS es una institución muy importante a nivel país, donde los que forman parte de su plantilla tanto en la parte administrativa como de salud deberían ser los mejores ética y profesionalmente.

Las necesidades diarias de esta institución son cuantiosas, por lo que el cuidar la buena salud financiera es fundamental para poder cubrir en tiempo y forma con las mismas que satisfagan las necesidades del 100 por ciento de todos sus asegurados.

No es misión imposible. Solo es cuestión de elegir a los mejores que muestren meritocracia, capacidad, idoneidad y trayectoria profesional, y dejar de lado el prebendarismo y clientelismo político que ya mucho daño ha ocasionado a nuestro país.

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