Arrancar el año con la sensación de rebeldía y frustración no es lo que diría un arranque positivo. Hoy en estas dos semanas hemos sido testigos de cómo un grupo de personas en nuestra sociedad se autoasignan, por alguna causa, el vestido púrpura. Imagen que en un momento de la historia servía para distinguir a personas con un altísimo rango por educación o por representatividad, para liderar una tribu, nación o grupo. Pero que ahora ha provocado un daño casi irreparable en la respetabilidad de uno de los poderes del Estado.
El Congreso ha generado un agujero que irá creciendo por su negligencia hasta desembocar en un descreimiento total de la legitimidad de sus integrantes. Es que en Paraguay, que absorto mira lo que ocurre en la arena de este conglomerado humano llamado “congreso”, donde no manda actualmente la ley sino el interés de las mayorías. Esto sí es muy peligroso de aceptar y de sostener. Y acabará irremediablemente su legitimidad, tal como lo ha demostrado la historia de la humanidad.
Lo que es muy frustrante en nuestra realidad diaria es tener que analizar posibles acciones contra el grupo de personas atornilladas al poder en el Congreso año tras año. Y que simplemente deciden que ellos están por encima de la ley, ley que se legitima a través de la vigencia y respeto sin discriminación alguna.
En estas últimas semanas hemos sido testigos de una descarada y brutal muestra de que la construcción de corporaciones con intereses en común en el poder es muy nefasta. Más aún cuando la integran viejos y nuevos actores. Es que en Paraguay, desde la óptica del Congreso, no manda actualmente la ley, sino el interés de las mayorías con poder. Y esto si es muy peligroso aceptar y sostener.
Esta creciente práctica de anomia irá exacerbando las emociones de muchos ciudadanos que luchan por crear un puesto de trabajo, de madres que casi no comen para dar educación a sus hijos o para obtener un puesto de trabajo gracias a una educación digna. En fin, todos estos colectivos acabarán por pasar la factura a este grupo de personas ciegas por sus intereses mezquinos y faltos de sabiduría.
La desigualdad lleva inevitablemente a la erosión y la extinción de la cohesión social. Hemos podido contener, de alguna manera a través de pactos sociales y de exigencias entre poderes y actores empresariales, una degeneración de la forma que el dinero público se gasta. Pero estas últimas muestras nos indican que en el colectivo político la sabiduría y el patriotismo están absolutamente enterrados en el pasado.
Rescato las iniciativas que han impulsado, tanto desde el mismo Congreso como de grupos de ciudadanos, acciones para contener y superar los actos de atropello a la ley y al respeto de la ciudadanía. No obstante, creemos que esto debe ir mucho más allá. Aquellos nombrados en estos actos de violación de la propia Ley de Nepotismo vigente, serán marcados de por vida en la sociedad como los “vivos por encima de la ley”. No creo que el futuro sea muy benigno con ellos, sobre todo porque a diferencia de unos años atrás, hoy el Internet registra todo y te hace recordar de todo. Y puedo inferir las incómodas preguntas que, en un futuro cercano, se harán a cada uno desde varios colectivos humanos.
Paraguay debe cambiar en los cuerpos políticos o simplemente desaparecerán por perder su legitimidad ante el pueblo.