Gran parte de la economía mundial transita por estrechos marítimos, por lo que no es de extrañar que sean focos de tensión global de manera casi permanente entre los países que los controlan y aquellos que desean hacerlo. El estrecho de Taiwán y el de Ormuz son dos de ellos.
El relato de “una sola China” que repite de manera constante el líder Xi Jinping, apenas tiene un pequeño componente de orgullo nacional. El motivo es fundamentalmente económico.
Solo en los primeros siete meses de 2022 cerca del 50 por ciento de los portacontenedores operativos en todo el mundo circuló por el estrecho de Taiwán, lo que demuestra la importancia estratégica de este paso entre China Continental y la República de China (Taiwán).
Taiwán es solo uno de los lugares donde realizan una feroz pulseada las dos superpotencias dominantes, Estados Unidos y China. Cualquiera sea el tipo de incursión que hipotéticamente realicen los chinos sobre Taiwán, aunque sean por pocas semanas (algo muy improbable), generaría una crisis económica mundial sin precedentes.
Según Bloomberg, por el estrecho de Taiwán navegan desde China, Japón, Corea del Sur y Taiwán buques que transportan bienes desde fábricas asiáticas a los puntos de Occidente, en especial a los mercados de Europa y Estados Unidos, y también a todos los puntos entre estos destinos.
La mayor parte de las fábricas de superconductores, la fortaleza de Taiwán (60 por ciento de la producción mundial), se encuentra en la costa del estrecho, por lo que la tan mentada invasión causaría estragos en estos lugares con el consiguiente problema para los fabricantes de todo tipo de tecnología.
El deseo de Xi Jinping es que China celebre “reunificada” el centenario de la revolución comunista que los llevó al poder. Eso sucederá en 2048 y el plazo para sumar a Taiwán sería el 2030, de manera que toda una generación vea a China unificada, con Hong Kong y Macao además.
No se puede negar que el poder militar chino es ampliamente superior a Taiwán, pero una hipotética invasión dañaría demasiado a Xi Jinping y a sus planes hegemónicos, sobre todo por el apoyo de Estados Unidos, y podría resultar en una paralización y hasta un retroceso en el crecimiento económico del gigante asiático.
Y del lejano oriente pasamos al Oriente Medio, donde el estrecho de Ormuz, el que une al golfo de Omán con el golfo Pérsico, recibe el 35 por ciento del tráfico mundial marítimo de petróleo, lo que de por sí habla de su sideral importancia estratégica. Un conflicto o simplemente la posibilidad de uno hace que inmediatamente los precios del crudo se desestabilicen y sabemos lo que eso implica a nivel macro y micro económico a nivel global. Al igual que en el estrecho de Taiwán, Ormuz tiene a países en potencial conflicto en ambas orillas.
Los iraníes en la costa este y los reinos del golfo, Emiratos Árabes Unidos y Omán, países alineados a Arabia Saudita, son quienes comparten aguas en Ormuz, pero Bahrein, Catar, Irak y Kuwait, grandes productores de petróleo, también hacen uso del mismo.
La sensibilidad de estos lugares estratégicos afecta de manera directamente proporcional a la economía mundial y sobre todo los países más fuertes no están interesados en que eso cambie; sin embargo, de tanto en tanto aparecen líderes populistas que intentan cambiar ese estatus.