Para un país y su economía que quieran realmente no depender exclusivamente del “dinero de afuera” como fuente de recursos financieros para uso interno, y que utilizan como referencia de valor directa o indirectamente el precio de mercado de una moneda extranjera como es el caso del dólar norteamericano (USD), más que los factores locales que cuidan la calidad en un sentido amplio del dinero propio, es crucial mantener el atractivo de la unidad monetaria (moneda) en cuanto a la continuidad de su uso en un escenario normal para las operaciones de compra y venta de todo lo que circula en la economía, para el ahorro y para la inversión.
Tener una moneda nacional que quema en las manos es no tener ni buen presente ni buen futuro. La pérdida de valor en el tiempo de una moneda –ponemos el caso de nuestro Guaraní (G.)– es inevitable, fundamentalmente en términos de su poder de compra, por la inflación acumulada (suba en el precio de los bienes y servicios de la canasta familiar), que no pocas veces tiene como fuente de combustible a factores que provienen del exterior, como es el caso del encarecimiento del barril de petróleo y de las presiones del dólar yankee y sus correspondientes tasas de interés. Pero si conservamos la misma moneda sin sacarle cero alguno por 80 años desde su creación el 5 de octubre de 1943, con su primera emisión en 1944, es porque nuestro Guaraní (G.) no nos quema en las manos como para desprendernos desesperadamente del mismo, cambiándolo con urgencia por temor por otra moneda más segura, aunque perdamos en la operación, ya sea en el presente o en el futuro, por rumores o equivocados pronósticos con respecto a su proyectado precio de mercado. Tenemos un historial más que aceptable, pero no perfecto, de inflaciones “bajo control”, últimamente bajas (con excepción del 6,8 % y 8,1 % en 2021-2022), y un precio del dólar estadounidense que pocas veces se “nos ha escapado” de las manos, sin arañar las nubes.
En comparación con la mayoría de los otros países latinoamericanos nuestro escenario de estabilidad monetaria y cambiaria es favorable y positivo. Desafortunadamente, como hacemos de nuestra vida –de la mano de nuestros intereses particulares, grupales y sectoriales– un arte para ver peor de lo que es a nuestro país, desvalorizarlo casi en todo, con críticas enfermizamente destructivas, buscando el “bien supuesto” con el “mal propuesto”, no nos entra en la cabeza la importancia de tener una misma moneda ahora ya con más de ochenta años. Y para mantenerla en nuestro poder sin que nos queme en las manos es de vida o muerte que la usemos más y mejor. Más gana nuestro Guaraní (G.) si es fuente de inversión, privada y pública, de manera constante e incluso planificada y programada. Si su mayor manejo y uso potencia la capacidad de crecimiento económico del Paraguay, convirtiéndose en una alternativa real a la necesidad de tomar préstamos del exterior o emitir bonos soberanos. Hay aproximadamente el equivalente a 5.000 millones de dólares en recursos monetarios en guaraníes en manos de los paraguayos que no se invierten.
Tal monto es un piso. Se alega, y están en su derecho, en una economía de mercado libre, respetando la propiedad y al amparo de una seguridad relativa, pero seguridad al fin, que no hay que correr riesgos. Hablan de cuidar en el presente lo que se usará en el futuro. Perfecto. Justo. Responsable. ¿Pero qué mejor futuro tendrán realmente mañana si la economía como un todo desmejora y empeora, con bajo crecimiento, alta inflación, dólar que se dispara, fuerte endeudamiento externo, atraso en obras de infraestructura, desempleo, informalidad, salarios y sueldos caídos, inseguridad creciente y desbordada, educación mediocre, y la gente amargada con ánimos de confrontación? Miren, esa será la realidad, si ese piso de 5.000 millones de dólares no se invierte en el “país de los paraguayos guaraníes”. Claro, para ello hay que poner al país en primer lugar, lo que no está en el ADN de los paraguayos, excepto en la Guerra Grande 1864-70 y la del Chaco 1932-35. Después, la nada de la nada.
El pasado viernes 22 el Ministerio de Economía y Finanzas nos informaba que ese día se logró una histórica emisión de bonos soberanos o del Tesoro Nacional en “moneda local” (guaraníes), con inversionistas (compradores) extranjeros y nacionales, en una operación que “reafirma la confianza en la política económica”. Vayamos a la fuente misma: “El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) hoy colocó Bonos del Tesoro por G. 1.619.750 millones (USD 219,89 millones, aproximadamente), en el marco de la Ley n.º 7218/2023 “Por el cual se establecen medidas extraordinarias de gestión para las finanzas públicas”. En la operación, se recibieron ofertas por G. 1.866.300 millones (USD 253,37 millones), demostrando así la confianza y el interés de los inversionistas locales como internacionales en Títulos del Tesoro Público en moneda nacional. De esta forma, el MEF reafirma su compromiso de seguir impulsando el desarrollo del mercado local dando mayor profundidad al mismo y concluye de manera exitosa el Programa de Emisiones de Bonos del Tesoro correspondiente al ejercicio fiscal 2023 con un monto de G. 2.503.451 millones (USD 344,40 millones) en moneda local.
“Esta operación se suma a las ya realizadas como, por ejemplo, la conversión de un préstamo en moneda extranjera a moneda nacional, llevada a cabo en el mes de noviembre. Estas acciones tienen como objetivo mejorar la composición de la cartera de deuda del país, dando una mayor participación a la composición por moneda local y a tasas fijas. La licitación se llevó a cabo a través de la Bolsa de Valores Asunción (BVA), poniendo a disposición de los inversionistas dos series de Bonos con vencimiento en los años 2028 y 2030. Los fondos captados serán asignados conforme a lo estipulado en la Ley n.° 7218/2023″. Una aclaración de las diferencias que se puedan dar en la conversión a dólares de los montos en guaraníes tiene que ver con la cotización del dólar que se use, según criterios diferentes.
Otro hecho de fortalecimiento de nuestra moneda, como ya se mencionó, se dio a finales de noviembre cuando desde el MEF se informaba de la primera y exitosa conversión de un préstamo en dólares a guaraníes, operación con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por el monto equivalente a USD 100 millones, como inicio de un proceso de desdolarización con condiciones ventajosas, a 13 años y una tasa de interés convertida a moneda local (PYG) de 6,3 % más el margen propio del banco multilateral. Este paso estratégico contribuye a reforzar las acciones del Gobierno para mejorar su composición de deuda en moneda local, lo cual contribuiría favorablemente a la percepción del riesgo país por parte de los inversionistas y las Calificadoras de Riesgo, así como reafirmar el compromiso de un manejo sostenible a mediano y largo plazo de las finanzas públicas.
Por lo que sucedió el viernes 22, con el récord de colocación diaria de bonos estatales en guaraníes por el equivalente de USD 220 millones o USD 221 millones, se cerró el año con mayor venta desde el 2013 con USD 344 millones o USD 347 millones, estando en circulación en el mercado local bonos públicos guaranizados por el equivalente a USD 843 millones. A fines de octubre último teníamos una deuda pública de USD 16.194 millones (duplicada en la desastrosa gestión de Marito) equivalente el 36,8 % del tamaño de la economía (PIB). En dicho total la deuda externa sumaba USD 14.141 millones con un peso en el total de la deuda del 87,8 %. Correspondientemente la deuda en “dólares o moneda extranjera” ascendía a USD 14.141 millones (87,3 %). La deuda interna o pagable en guaraníes totalizaba USD 1.972 millones con una participación del 12,2 %. Dentro de la misma los bonos internos sumaban USD 1.332 millones (8,2 %).
Un país y una economía que no invierten sus recursos propios en beneficio de su gente es un país que desperdicia grandes oportunidades de mejorar. Tal país es un desperdicio. Y por lo general tales países ciegos tienen la preferencia de culpar “a los de afuera” por el atraso local. Un venerable maestro japonés me enseñaba en Tokio a finales de 1990: “No te olvides, Pablo, que el préstamo que damos a Paraguay para obras públicas es el dinero de nuestra gente, ahorrando, invirtiendo y, sobre todo, pagando los impuestos. Nada es gratis”. Es sacrificio, le dije. Sí. Deberían hacerlo ustedes, contestó. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.