La necesaria validación de un país soberano que debe transitar muchas veces con dolor y otras con grandes victorias nuestra propia identidad a partir de un reconocimiento tanto de nuestras fortalezas como nuestros desafíos de transformación son los pilares para que el Paraguay llegue adonde muchos anhelamos que esté.
En los últimos foros en que el Paraguay ha participado hemos podido iniciar una estrategia clara de comunicar nuestra identidad como país con unas características propias, con un ADN particular que debe afianzarse en una gran conciencia colectiva que nos lleve a un nuevo nivel. Entender que somos un país donde la capacidad creativa, la versatilidad de nuestros habitantes, nuestras realidades en cuanto al medioambiente y la vocación de trabajo que tenemos nos permiten construir quienes somos.
La validación positiva de cada habitante es un diferencial necesario y vital para nuestro futuro. Tuve la oportunidad de entender que la transformación de China a ser un líder en la actualidad en varias áreas pasó por un proceso cultural de apropiación de la nueva identidad de su población. Y donde todos reaprendieron un nuevo dogma “China está por encima de cualquier nación”, ese país desarrolló una inercia imposible de atajar en el recorrido que ha hecho en todas las áreas que se han puesto como objetivo.
La instalación de este dogma es atribuida a la Xi Jinping. Y ha devenido en una tendencia para que en el futuro cercano China diga no hay nada que no podamos hacer mejor que cualquier país. En China entendieron el concepto de que la cultura se come a la estrategia en el desayuno. Es más importante saber quién sos antes de querer ser algo que aún no sos. Y aquí hay mucho que debatir en Paraguay.
Para los que tuvimos la bendición de poder viajar y conocer matrices de trabajo y de vida en otros países valoramos de una manera mucho más objetiva nuestra identidad cultural, así como nuestras capacidades. Pero a la vez entender nuestras debilidades como oportunidades y dimensionar en su justa medida las amenazas, porque las pudimos comparar con otras culturas.
Del mismo modo, así como una persona pudo alinear una visión cultural que transformó este país, en Paraguay debemos todos trabajar en un dogma que está distribuido en forma sistemática en la malla cultural de nuestra identidad. Paraguay va a ser el país más competitivo en varias áreas de América. Por sus capacidades adaptativas, por su matriz energética, por su capacidad de aprender y transformar procesos.
Por nuestro sistema de liderazgo, creo vital que el propio presidente del Paraguay lidere este dogma. Pero es indudable que nuestro mayor desafío es trabajar coordinadamente. Un objetivo perentorio es poner en la agenda pública-privada que el presidente lidere esta iniciativa de alinear y potenciar el dogma que necesitamos tener para ser lo que podemos ser.
Celebro la activación del ENEP como consejo consultivo, pero creo que debe ser mucho más. Porque nos faltaría integrar a las dos grandes fuerzas institucionales, como lo son el Congreso y el Poder Judicial. Paraguay tiene como gran desafío en 2024 la mejora de la calidad de las interacciones entre los líderes de los tres poderes del Estado y los líderes de la sociedad civil. Deberá ser un gran año para ajustar y potenciar los retos a fin de que todos los ciudadanos podamos tener una vida digna y un futuro cierto para llegar a ser el mejor país de América.