Hace poco más de un mes, los fanáticos de la multipremiada y muy famosa serie Friends se mostraron muy conmovidos por el fallecimiento de uno de sus íconos, el actor Mathew Perry, quien encarnaba en la serie a Chandler Bing. Apenas hace unas horas se conocieron los resultados de su autopsia, la cual vuelve a reflotar el tema de las drogas y sus malos usos en todos los estratos sociales, pero que se visibilizan cuando golpean con pérdidas de este tipo, muy mediatizadas. En este caso, la causa de la muerte del actor se debió a “los efectos agudos” de la ketamina. ¿Qué es este medicamento? Hoy se los presentó, no para satanizarlo, pero sí para que lo conozca en su justa indicación y medida y, sobre todo, para que entendamos que puede llevarnos a desenlaces fatales cuando se lo consume sin prescripción ni indicación médica.

Comúnmente conocido como “el anestésico de caballos”, la ketamina es un medicamento con propiedades analgésicas y anestésicas que se ha utilizado durante décadas en entornos médicos y veterinarios. Su principal uso clínico ha sido como anestésico, especialmente en cirugías menores y procedimientos médicos, debido a su capacidad para inducir anestesia de forma rápida y relativamente segura. En términos de propiedades, la ketamina pertenece a la clase de drogas disociativas, lo que significa que puede causar una desconexión entre la mente y el cuerpo. Tiene efectos sedantes, analgésicos y alucinógenos. Además de su uso médico, la ketamina ha ganado atención por sus posibles aplicaciones en el tratamiento de trastornos psiquiátricos, como la depresión resistente al tratamiento.

En cuanto a indicaciones médicas, se usa comúnmente como anestésico en procedimientos quirúrgicos menores, en salas de emergencia y en situaciones donde se requiere analgesia rápida y controlada. En dosis más bajas y controladas, se ha estudiado para tratar la depresión, el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos mentales. La investigación está en curso para comprender mejor su eficacia en estos campos. Nuevos descubrimientos y estudios han sugerido el potencial de la ketamina en el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento convencional. Incluso, algunos estudios indican que puede tener efectos rápidos y duraderos en la mejora del estado de ánimo en pacientes con depresión severa.

Cuando se consume sin prescripción médica o se abusa de ella, la ketamina puede tener efectos adversos significativos. El uso recreativo de la ketamina puede llevar a efectos secundarios graves, como alucinaciones intensas, confusión, dificultades para moverse, pérdida de memoria, ansiedad, presión arterial elevada, dificultad respiratoria e incluso efectos disociativos prolongados o psicosis temporal. El consumo sin supervisión médica también puede generar dependencia y tolerancia, lo que significa que la persona necesita dosis más altas para experimentar los mismos efectos, lo que aumenta el riesgo de efectos adversos y daño potencial para la salud mental y física a largo plazo.

Llegado este punto, es crucial subrayar que la ketamina debe ser administrada bajo supervisión médica y solo debe ser utilizada según las indicaciones y prescripciones precisas, ya que su uso inapropiado puede tener consecuencias graves para la salud. En el caso de la ketamna, su uso como “droga de club” (o sea, en forma lúdica por sus efectos disociativos donde la persona siente “salir de su cuerpo”, es decir, desconectar mente del cuerpo, o experimentar alucinaciones por cortos periodos de tiempo) es una causa importante de decesos en personas que buscan experimentar fuera del entorno estrictamente médico. En este entorno, ofrece un futuro prometedor para pacientes con depresión resistente al tratamiento, sobre todo con un “primo hermano” de la ketamina, la esketamina, aprobada como spray nasal por la FDA para este uso.

No sería DE LA CABEZA esta columna si no les recordara que el uso indiscriminado y sin supervisión médica de CUALQUIER FÁRMACO (no solo los que tienen efectos sobre el sistema nervioso) puede tener efectos sumamente negativos sobre el organismo. Prueba de ello son Whitney Houston, Prince, Jimi Hendrix, Michael Jackson, Philip Seymour Hoffmann, Cory Monteith, la conejita Anna Nicole Smith, el Joker Hearh Ledger, la diva Marilyn Monroe... y miles más anónimos.

Las drogas (sin indicación médica ni supervisión profesional) ¡matan! Nos leemos en una semana.


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