DESDE MI MUNDO
- POR MARIANO NIN
- Columnista
Va terminando el año y estas fechas, creas o no, vienen bien para reflexionar. Para detenernos y replantear nuestra vida. Si las cosas van bien, entonces bien, pero si van mal, podemos darle un giro y volver a intentarlo. Nunca está de más.
La historia habla de cosas increíbles que pasaron hace mucho, mucho tiempo. Más allá de eso hoy quiero contarte sobre mis propias creencias.
Yo creo que existe un Dios. Un ser superior. Un ser del que habla la historia, esa que pasó de generación en generación superando al tiempo. También creo en el amor y en los milagros. Creo en el poder de nuestros deseos, en esa fuerza interna que no todos alimentamos.
El ser, la vida, una obra tan perfecta como el ser humano aún con todas sus imperfecciones, no puede haber sido un accidente. Creo que todos estamos aquí para cumplir una misión. Creo en el libre albedrío, en ese laberinto donde la gente a veces se pierde en busca de sus sueños.
Creo en los ángeles y en los demonios. Y en esa guerra milenaria que se libra dentro de cada uno. Creo en el infierno y el paraíso, y pienso que ambos están aquí en la tierra. Creo en el círculo interminable de lo infinito. Todo gira. Va y viene. Se repite en la historia y en el tiempo.
Y sé que no siempre el plan se cumple. Dependerá del empeño que le ponga cada cual. De la voluntad, de la fuerza, de la fe que le pongamos a nuestros anhelos.
Pero por sobre todo creo en mí. En mis aciertos y mis errores. En lo bueno y en lo malo. Porque ese es el secreto.
Y creo en mí porque creo que existió ese ser excepcional que dio la vida por nosotros. Ese al que seguimos matando cada día y que nos dejó una simple premisa que puede salvar al mundo de su interminable violencia: “Ámense los unos a los otros”, algo así de fácil…y así de difícil. Pero esa… esa es otra historia.