EL PODER DE LA CONCIENCIA

Es sorprendente cómo en la época de mayor comunicación de la humanidad, que dejó atrás los grabados rupestres de las cavernas, las señales de humo, las cartas de papel, las llamadas telefónicas inalámbricas, los satélites, la fibra óptica y ahora incluso entra en la era de inteligencia artificial, los mensajes no llegan a destino.

Hace una semana, el domingo 19 de noviembre, muchos se sorprendían, más que con la victoria de Milei, con el recuento final de votos, que dejó en evidencia que el ganador “arrasó” en las elecciones generales 55,69 % a 44,30 %.

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Si es que Massa recibía el mensaje de lo ocurrido meses antes en Paraguay, tal vez hubiera cambiado de estrategia. Así como en Argentina, los votantes paraguayos dejaron un aviso contundente el 18 de diciembre de 2022, cuando en las elecciones internas la dupla Peña-Alliana obtenía el 51,6 % frente a los oficialistas, que solo llegaron al 43,86 %.

La explicación no era muy complicada: el hartazgo. La ciudadanía se cansó de que las autoridades de turno hicieran desaparecer el dinero público, de que las licitaciones sean dirigidas y el tesoro vaciado, de las deudas siderales, mientras las condiciones de vida en general declinaban a niveles extremos, sin mencionar las olas de asaltos y falta de atención médica aceptable.

Si Massa prestaba atención, se hubiera dado cuenta de que en Paraguay el 30 de abril de 2023 ni con todo el aparato estatal ni alquilando medios masivos, el oficialismo pudo sobornar a la voluntad popular: Peña también arrasaba en las elecciones con 42,74 %, por encima de Alegre, 27,49 % y de Cubas 22,92 %.

La mañana del domingo 19 de noviembre los argentinos acudieron a las urnas con miedo por las propuestas radicales de Milei, pero seguros de que no había otra opción más que cambiar y expulsar a los vampiros que les chupaban la sangre, el dinero y la vida.

La noche del domingo 19 de noviembre los estribillos en el obelisco y en el PC del libertario coreaban “que se vayan todos” y “Cristina se va presa”. Después de tantos años de enriquecimiento desvergonzado, finalmente la masa explotó y con total libertad expresó sin temor su voluntad: castigar con la cárcel a los políticos ladrones, que durante décadas se atiborraron con lo que no les pertenece, dando discursos engañosos, falsas promesas y sobornando a la Justicia.

En Paraguay, las ansias de justicia son las mismas, pero el Ministerio Público “no ve evidencias” en el informe presentado por la Contraloría que refiere a un perjuicio de USD 450 millones y al menos 54 hechos punibles. Tampoco tiene mucho en cuenta las conclusiones de la Comisión Bicameral de Investigación.

Mientras que el fiscal general del Estado se pasa dando explicaciones de que “las informaciones que emite la Contraloría como institución tienen que ser examinadas en correspondencia, no son todavía evidencias en la plenitud que merece el término” y los fieles exfuncionarios llaman “desprolijidades” a las siderales cuentas dejadas por la administración Abdo, la Fiscalía se esmera en atrapar a los ladrones de gallinas.

Una gallina en el Mercado 4 a lo sumo cuesta G. 50 mil, lo que al cambio actual resulta en 6,7 dólares. Es decir, con los USD 450 millones denunciados por Contraloría y ratificados por la CBI, se podrían comprar más de 67 millones de gallinas, un número casi 10 veces mayor que todos los habitantes del Paraguay.

Es sorprendente cómo en la época de mayor comunicación de la humanidad, un fiscal general no recibe el mensaje de los ciudadanos y sigue poniendo excusas a su tarea.

¿O lo pusieron en el cargo para blanquear amigos?

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