• Por el Pastor Emilio Agüero Esgaib

Estaba conversando con un amigo, recién llegado al Paraguay, luego de 15 años de estar trabajando en países del primer mundo, con ejecutivos de alto nivel e influencia, con un estilo de trabajo y gerenciamiento top en disciplina y resultados. Él me dijo que, en todos estos años –y lo estaba corroborando una vez vuelto al país– había aprendido algo de la idiosincrasia latinoamericana, en general, y paraguaya, en particular, al comparar nuestra cultura con la de aquellas sociedades más desarrolladas. Era con respecto a la palabra empeñada, a la hora de concretar algo o asumir algún tipo de compromiso, ya sea una reunión de cualquier tipo, laboral o social, concretar una conversación formal, cerrar algún negocio, devolver alguna llamada, concretar alguna cita, entregar algún trabajo, etc.

Me comentó que él estaba observando que, la mayoría de los paraguayos, casi nunca decimos un tajante “¡Sí!” o “¡No!”. Estas dos palabras casi no figuran en nuestro léxico. Las palabras usadas casi siempre son ambiguas como un: “ya e ya” o el famoso “oîma” sin más, “ja ñe´êta” (vamos a hablar), “anga ja jotopata” (más adelante nos encontramos), “uno de estos días”, “ha ja arma na” (vamos a armarlo), “te voy a estar llamando”, “te llamo más tarde”, “te aviso cuándo nos encontramos”, “la semana que viene”, etc.

Estas palabras nunca se concretan, incluso,pueden pasar años, literalmente, sin llegar a ninguna definición. Me decía que el paraguayo no te “mata” sino que te deja secando. “No te morirás, pero te irás secando” es un fundamento de este estilo de comunicación y compromiso que tenemos como cultura, no importando la profesión, estrato social o preparación académica que tengamos. El mal afecta a la sociedad toda por estos lares del globo.

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Un “sí” o un “no” rotundo, aparte de quitarte la tan odiosa incertidumbre, te ahorra mucho tiempo, lo cual es fundamental y sagrado en sociedades más desarrolladas. La célebre frase anglosajona: “Time is money”, que en español traducimos “el tiempo es oro”, marca el ritmo, no solo laboral, sino en todas las áreas de las sociedades y personas altamente productivas.

Este fenómeno se ve también reflejado a la hora en que asistimos a algún tipo de acto. Siempre, aunque lleguemos temprano y el salón este vacío, nos sentamos en el último lugar, observando atenta y desconfiadamente todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Si en el salón solo se llegara a ocupar la mitad de los asientos, estos son los de la mitad para atrás, dejando libre la primera mitad y, allá, solito, el conferencista dictando la charla. Todo esto tiene un mensaje: “No me quiero comprometer”, “no quiero asumir responsabilidades”. Y es así, por lo general, no nos gusta comprometernos, dar nuestro tiempo y esfuerzo, ante situaciones de necesidad colectiva, voluntariado o cualquier cosa para lo cual no vamos a ser expresamente beneficiados de manera personal. También hay poco espíritu de servicio colectivo e institucionalidad. Si no, pregúntenle al presidente de la comisión vecinal, los dirigentes del club del barrio, el sacerdote o el pastor de la zona, algún líder político, o la señora que organiza actividades de solidaridad o servicio. Todos están dispuestos a apoyar, casi nadie a comprometerse. Es así, lastimosamente.

En una de las enseñanzas más fundamentales que Cristo dio en el famoso “Sermón de la montaña”, dijo en Mateo 5.37: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no…” y no fue solo una enseñanza, fue una orden a ser cumplida por todos aquellos que dicen seguirle. En una sociedad que se jacta de ser en un 90 % seguidores de Cristo, esta enseñanza debería ser aplicada de forma tajante en nuestras vidas,y veremos, en poco tiempo más, una sociedad más desarrollada y personas más serias construyendo este país.

Un “sí” o un “no” rotundo, aparte de quitarte la tan odiosa incertidumbre, te ahorra mucho tiempo, lo cual es fundamental y sagrado en sociedades más desarrolladas. La célebre frase anglosajona: “Time is money”, que en español traducimos “el tiempo es oro”, marca el ritmo, no solo laboral, sino en todas las áreas de las sociedades y personas altamente productivas.

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