• Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Hoy domingo conmemoramos el Día Mundial del Ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV) o apoplejía (el popular “derrame” en “paraguayo”), que es una afección médica que afecta el flujo sanguíneo al cerebro y que puede llevar a una lesión cerebral de magnitud variable. Sucede cuando existe una interrupción repentina del flujo sanguíneo al cerebro debido a la obstrucción de un vaso sanguíneo (ictus isquémico) o al sangrado en el cerebro (ictus hemorrágico). Ambos tipos pueden causar daño cerebral grave. Las causas del ictus pueden variar. Algunos de los factores de riesgo incluyen la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad, la fibrilación auricular y enfermedades cardiovasculares.

Los ictus isquémicos suelen ser causados por un coágulo de sangre que bloquea un vaso sanguíneo, mientras que los ictus hemorrágicos se deben a la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro. El origen de todos sus síntomas involucra la interrupción del flujo sanguíneo y, en consecuencia, la privación de oxígeno y nutrientes al tejido cerebral. Esto puede llevar a la muerte celular y daño cerebral. La respuesta inflamatoria y la cascada de eventos que siguen a menudo empeoran el daño. Los hombres tienen una tendencia ligeramente mayor a sufrir ictus que las mujeres y esta tendencia también aumenta con la edad, siendo más común en personas mayores.

Los síntomas del ictus pueden variar según el tipo y la ubicación del ictus, pero los síntomas comunes incluyen debilidad en un lado del cuerpo, dificultad para hablar, confusión, problemas de visión, dolor de cabeza intenso y pérdida de coordinación. Es importante buscar atención médica de inmediato si se sospecha un ictus, ya que el tiempo es crítico para el tratamiento exitoso. El tratamiento del ictus depende del tipo y la gravedad, pero generalmente implica:

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–Tratamiento agudo: Para los ictus isquémicos, se pueden administrar medicamentos como el activador del plasminógeno tisular (tPA) para disolver coágulos. En algunos casos, se puede realizar una trombectomía endovascular para retirar el coágulo. Para los ictus hemorrágicos, se controla la presión arterial y se trata la causa subyacente, como un aneurisma.

–Rehabilitación: Después del tratamiento agudo, la rehabilitación es esencial para ayudar a los pacientes a recuperarse y mejorar la función. Prevención: Se deben abordar los factores de riesgo subyacentes, como el control de la presión arterial, la gestión de la diabetes y la adopción de un estilo de vida saludable.

–Nuevas opciones terapéuticas: La investigación continúa en nuevas terapias, como la terapia con células madre y la estimulación cerebral profunda, para mejorar la recuperación después de un ictus. Es fundamental recibir atención médica inmediata si se sospecha un ictus, ya que el tratamiento rápido puede marcar la diferencia en la recuperación y el resultado a largo plazo.

En la salud, es importante contar con las llamadas Unidades de Stroke o de Código Ictus en cada ciudad y hospital. Estas se componen de un equipo médico y de enfermería especializado formado por neurólogos, neurocirujanos radiólogos, enfermeras especializadas en ictus y terapeutas ocupacionales y físicos. También de salas de observación y tratamiento especialmente diseñadas para pacientes con ictus equipadas con equipos médicos avanzados, como monitores, equipos de imagen, y acceso rápido a medicamentos y tratamientos. Debe también contar con una UTI o Unidad de Terapia Intensiva o de Terapia Intermedia diseñadas para monitorear y proporcionar cuidados intensivos a pacientes con ictus graves. Fundamental es contar con un centro de imágenes diagnósticas con tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM), que permiten realizar estudios de imagen para diagnosticar el tipo y la ubicación del ictus, así como un buen laboratorio clínico que permitan controlar, por ejemplo, los niveles de glucosa, coagulación y otros marcadores que pueden influir en el tratamiento del ictus. Todas estas unidades trabajan mediante protocolos de tratamiento estandarizados basados en evidencia para garantizar una atención rápida y efectiva. Por último, y nunca menos importante, las Unidades de Stroke a menudo cuentan con terapeutas ocupacionales y físicos para ayudar en la rehabilitación de los pacientes después de un ictus, como apoyo psicológico y educación a los pacientes y sus familias.

DE LA CABEZA es decirles que el ictus es prevenible y que, en caso de producirse, TIEMPO ES CEREBRO: cuanto más rápido la persona reciba atención especializada, mayor será su posibilidad de recuperación completa. ¡Nos leemos en una semana!

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