“¿Cuál es el principal problema de la economía argentina? No es la inflación, ni el déficit fiscal, ni el endeudamiento. Tampoco la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la informalidad, que no son problemas sino dolorosas consecuencias de un sistema que no funciona como debería. La deficiencia para exportar es la principal limitante para el crecimiento y el progreso social.

No puedo escribir sobre mi amada Argentina porque me duele como sol corriendo por mis venas. No puedo escribir. Lo siento mucho. Hoy son las elecciones presidenciales. Tengo familia en “ese segundo Paraguay”. Me limito a brindar algunos datos sobre su economía (pasado y presente) y el tremendo y terrible costo social. Y haré “hablar” en escritos a otros, elegidos al azar. Comparto casi todo lo expresado. Por ejemplo:

“El premio Nobel de Economía Paul Samuelson (1915-2009) expresó sin bromear una idea parecida a la del empresario argentino Luciano Galfione: “Mirá lo rico que será el país, que resiste a los argentinos”. Samuelson dijo: “Argentina es el clásico ejemplo de una economía cuyo estancamiento relativo no parece ser consecuencia del clima, las divisiones raciales, la pobreza malthusiana o el atraso tecnológico. Es su sociedad, no su economía, la que parece estar enferma”. (El País, España).

“Argentina es una cosa indescifrable, porque es un país que tiene una mitología. ¿Cómo se explica usted que el ministro de Economía, con una inflación como tiene la Argentina, va a pelear la presidencia? ¿Sabe por qué? Porque tiene el respaldo de una cosa que no está conforme con él, pero que lo van a votar, que se llama peronismo, porque ese animal existe y es una mitología que tiene el pueblo argentino. Este país “siempre sorprende”, al punto de que actualmente “para el resto del mundo hay una economía y para Argentina hay otra. ¿Cómo se explica que el pueblo más culto de Europa, que vivió la República de Weimar, fue capaz de votar a (Adolf) Hitler? Porque los pueblos cuando una hiperinflación los castiga son capaces de prenderse a un fierro caliente”. (Pepe Mujica, expresidente uruguayo).

“Argentina tiene alrededor de 7 millones de ciudadanos que viven de la asistencia social, muchos de los cuales nunca han trabajado y tienen pocos incentivos para hacerlo. Millones más disfrutan de precios de energía fuertemente subsidiados. Eliminar tales beneficios será difícil”.

“¿Dónde anida la maldición de la economía argentina? Argentina está habituada a la quiebra y la recuperación. Y al declive relativo. Desde 1921, hace exactamente un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo (su producto interior bruto —PIB— per cápita equivalía entonces al de Francia o Alemania) ha experimentado una inflación anual media del 105 % y ha tenido que cambiar cinco veces de moneda. Hoy es el principal deudor del FMI”.

“Sin acceso a los mercados de crédito, Martín Guzmán (ministro de Economía 2019-2022) tuvo que recurrir a la pura fabricación de dinero. El Banco Central emitió durante 2020 más de 1,2 billones de pesos (fueron contratadas imprentas en Brasil y España porque las dos fábricas argentinas de moneda ya trabajaban las 24 horas), con el riesgo de que la inflación se agravara”.

“Argentina no logra superar la contradicción histórica entre las necesidades de su agricultura, la gran generadora de dólares, altamente competitiva en el mercado internacional y por tanto partidaria del libre comercio, y su industria, que al menos desde el primer mandato de Perón (1946-1955) funciona bajo una lógica proteccionista y casi autárquica resumida en una frase que los peronistas siguen repitiendo: “Vivir con lo nuestro”. Su auténtica fuerza, y el origen de sus conflictos con el peronismo por los impuestos y las retenciones en origen, está en su competitividad: de cada 10 dólares que ingresan en el país por exportaciones, siete corresponden a la agricultura. Sin la industria agroexportadora apenas entrarían divisas”.

En los 160 años que estudia este libro (1860-2020), el país ha sufrido 16 crisis económicas: una crisis en promedio cada 10 años. Si bien este es un número muy alto y preocupante, la cosa es mucho peor cuando se consideran los últimos 45 años: han ocurrido 7 crisis económicas, es decir, un colapso promedio cada 6 años y medio. A las crisis económicas se las comprende para evitarlas o bien estaremos condenados a repetirlas”. (El economista Julián Zicari)

“Mi país, que suele jactarse de récords y más récords, ha conseguido uno sin par, que incluso sus competidores reconocen: es el mayor fracaso de este último siglo. Es duro ver cómo nos vamos a la mierda y a veces, cuando podemos, simulamos que es dulce de leche. No sabemos: eso es lo que sabemos. Es brutal ver cómo un país se degrada, se deshace, y sentir que no podemos hacer nada, que nuestra generación ya no hace nada bueno, que la siguiente no parece mejor, que nadie o casi nadie quiere o puede hacer nada por ahora, que millones se desesperan por lo que hacen sus dirigentes y los siguen votando y todo cae. Un día, cuando sea grande, voy a conseguir que alguien me explique la Argentina. No será fácil, pero va a ser un gran momento”. (El periodista argentino Martín Caparrós en una durísima columna publicada el diario español El País).

“¿Cuál es el principal problema de la economía argentina? No es la inflación, ni el déficit fiscal, ni el endeudamiento. Tampoco la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la informalidad, que no son problemas sino dolorosas consecuencias de un sistema que no funciona como debería. La deficiencia para exportar es la principal limitante para el crecimiento y el progreso social. El principal problema de que el sistema no funcione bien en la Argentina es su escasa capacidad exportadora, porque esa deficiencia es la principal limitante para el crecimiento y el progreso social. Un país como la Argentina no puede importar más de lo que exporta durante largo tiempo, y si la economía tiene restricciones para importar insumos y bienes de capital, su potencial productivo y de desarrollo humano está indefectiblemente acotado. Además, un país que tiene un mercado externo pequeño restringe el atractivo para la inversión”. (El economista Marcelo Zlotogwiazda).

La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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