- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
La Secretaría de la Función Pública, con la reciente reestructuración, ha pasado ahora bajo la responsabilidad del Ministerio de Economía y Finanzas.
Una de las áreas críticas ha sido históricamente la debilidad estructural de nuestras instituciones, derivadas en parte por la limitada formación técnica-profesional de los recursos humanos, que forman parte de la plantilla del personal de ministerios y secretarías ejecutivas.
Así como orientarán sus esfuerzos a apostar fuertemente a la gestión pública que permita lograr una mayor eficiencia de las instituciones que forman parte del Poder Ejecutivo, la formación profesional del talento humano se constituye en una parte fundamental de la buena marcha de la estructura organizacional de las mismas y que se están proponiendo a través de un estrecho acompañamiento a la gestión de los diversos entes que permitan trabajar ordenadamente y crear un Estado más eficiente.
Desde el Viceministerio de Administración Financiera han señalado que uno de sus objetivos se estará enfocando a dar previsibilidad a las entidades, llegado el momento en que tienen que honrar las deudas contraídas con terceros a través de un acompañamiento de la gestión organizacional que pueda traducirse en una mayor racionalización de precios y costos para el Estado, dando paralelamente certidumbre a la gente, a los proveedores y a los funcionarios que tienen que hacer frente a su contraparte como integrantes de las instituciones y que dichos beneficios puedan también llegar a la sociedad en general.
Lo enunciado precedentemente forma parte de los paradigmas empresariales actuales, dentro del mundo globalizado que nos toca vivir, donde la tecnología ha cambiado la forma de actuar y de pensar de muchos de nosotros, ya que las estructuras rígidas y vetustas que eran casi la constante en el siglo XX han sido reemplazadas hoy día por organigramas con estructuras horizontales, donde fluyen las funciones y responsabilidades de forma ordenada dentro de todos los estamentos internos predominando la cultura del trabajo participativo o en equipo, puesto que seguir trabajando en compartimientos estancos ya debería ser cosa del pasado.
Resulta destacable el objetivo que se proponen, pero tengamos en cuenta que para que ello pueda apuntar al éxito y cumplimiento cuali/cuantitativo de las diversas funciones y tareas que engloban el trabajo dentro de nuestras entidades, la cualificación del capital humano del que se dispone es fundamental, dado que de nada valdría que le puedas dar las mejores orientaciones técnicas y profesionales que apunten a la excelencia si los receptores de las mismas no reúnen los requisitos mínimos necesarios para su concreción.
Es allí en donde la Dirección de Talento Humano desempeña un rol protagónico que permita poder tener a las personas adecuadas en los sitios adecuados de tal forma a que los objetivos y metas que forman parte del plan estratégico institucional de cada una de ellas puedan llevarse adelante sin contratiempos y de buena forma.
Ahora mismo en nuestro país tenemos más de 406.000 funcionarios públicos; un despropósito, teniendo en cuenta que con no más del 70 por ciento de dicha plantilla si contáramos con un capital humano que apunte siempre a la excelencia y que muestre la ductilidad necesaria ante diversas situaciones, sería más que suficiente, pues al tener a los procesos tecnológicos al alcance de un clic y dándole un uso eficiente y eficaz, podremos tener a todas las instituciones interconectadas entre sí, lo cual iría en beneficio directo de la ciudadanía, quienes hasta ahora siguen tropezando en nuestras entidades con una odiosa burocracia, donde las solucione a sus pedidos/problemas tardan hasta meses en ser solucionado.
Todas las entidades cuentan dentro de su estructura con la unidad de organización y métodos (O&M), quienes deben ser los que se ocupen y se preocupen de diagramar los diversos procesos de flujos departamentales y al mismo tiempo la cantidad de recursos humanos que se precisan para poder obtener los resultados esperados, que puedan apuntar a una racionalización cada vez mayor de costos y gastos operacionales rígidos.