El apóstol Pablo escribió en su carta a los romanos en Romanos 1:16: “porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree…”.
El mismo apóstol alentó a su joven discípulo Timoteo a no avergonzarse del evangelio cuando en su carta de 2 Ti. 1:8,12 “por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mi, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios... por lo cual asimismo padezco esto: pero no me avergüenzo, porque yo sé en quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.
Dice “participa de las aflicciones” por exponer el mensaje, también dijo “padezco esto”, o sea, persecución e incluso, en su caso cárcel, a causa de su mensaje. Pero también nos da la fórmula de su osadía y valor en hacerlo a pesar de todo y es: “yo sé en quién he creído”.
Jesús mismo dio una advertencia en Marcos 8:38 “porque el que se avergüenza de mí y mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.Evidentemente Pablo sabía que muchos se avergonzaban de hablar de su fe cristiana, es por eso que lo advierte a su discípulo Timoteo, pero, ¿por qué alguien se avergonzaría de dar un mensaje de paz y amor fundamentado en Jesus en medio de una sociedad, como la nuestra, que dice ser cristiana?
Yendo al meollo del tema el exponer la fe cristiana de manera clara siempre ocasiona una oposición espiritual, eso lo dice la Biblia. El apóstol Pablo en el libro de Efesios 6:12 dijo “porque no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
Los cristianos no podemos obviar esto, hacerlo sería negar la verdad bíblica. Hay un mundo espiritual que se opone a la verdad de la fe en Cristo.
Pero hay también otros motivos del cual la Biblia habla y es que este mensaje de la fe, del pecado, del infierno y el cielo, de la resurrección de Cristo de su segunda venida es una “locura” para el mundo. Veamos 1 Corintios 1:18 y 22 “porque la palabra de la Cruz es locura para los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios...pues nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles, locura”.
Sencillamente este mensaje de la fe es una locura para la mente humana caída, no la pueden concebir ni entender, no la pueden aceptar, es algo que va totalmente en contra de su sentido común e inteligencia, no porque el mensaje sea ridículo, no lo es, es a causa de la condición caída del ser humano y la enemistad con su Creador.También por sus implicancias morales, o sea, el creer en Dios y en Jesucristo implica dejar una vida de pecado y placeres carnales, orgullo, vanidad y autosuficiencia y entregarse totalmente a él. El apologeta cristiano R. C. Sproul: “el mayor obstáculo para que este mundo crea en Dios no es intelectual, sino moral”. El creer en Dios conllevaría dejar un estilo de vida pecaminoso y egoísta. La muerte al “yo” es algo demasiado duro para todos.
Otro motivo y más puntual es la galopante secularización de la sociedad. Ya no es “políticamente correcto” hablar públicamente de la fe. Según la sociedad, debe de estar solo en los fueros íntimos ya que exponer nuestra fe podría ofender a alguien. Se nos está adoctrinando de manera sutil y abierta al mismo tiempo de que no es correcto hablar de la fe, no es inclusivo, es de mentes cerradas, es de gente anclada en el pasado, es discriminativa, etcétera.