En el bendito suelo de Argentina con su gente de bien está nuestro “otro” Paraguay. Históricamente lo ha sido desde los tiempos en que éramos una provincia. Siempre hemos mirado al sur y nos hemos ido hacia él; naturalmente ha jugado un papel fundamental el enlace geográfico privilegiado. Pero fuimos y seremos sureños más que norteños en lo social y cultural.
Argentina ha sido la elegida por millones de paraguayos, algunos con sus familias, para vivir eterna o momentáneamente, y trabajar en todo, hasta fusionarse en lo argentino con respeto, cordialidad y cariño –mi propia familia en la ciudad de Formosa– sin perder sus identidades y tradiciones, en un distanciamiento del terruño guaraní, con no poco dolor, en especial al principio.
No pocos paraguayos castigados por el destierro y el exilio políticos, por nuestras luchas internas en las que nos tratamos como enemigos, encontraron desesperadamente una puerta abierta el salvataje de poco o mucho tiempo, para volver o quedarse. Pienso en el “otro” Paraguay en Argentina y lo recuerdo, con el corazón emocionado y alguna que otra lágrima, a José Asunción Flores (y familia), Eusebio Ayala, Augusto Roa Basto, Arsenio Erico, y tantos otros que brillaron en esa tierra, y no me extiendo por razones de espacio, aunque incorporo a José Luis Chilavert y Arnaldo André. Muchos compatriotas se lucieron en diferentes campos. ¿Qué pasó con esa Argentina hermana? A finales del siglo XIX tenía una de las economías más ricas del mundo, entre las cinco mejores. “En el futuro estará con Canadá, Australia y Nueva Zelanda en el privilegiado equipo de los ‘desarrollados’ con un nivel de calidad de vida de su gente envidiable”. ¿Qué pasó para la actual decadencia? No es la Argentina que queremos.
El 26 de junio de 1992 se suscribió el Acuerdo de Santa Cruz de la Sierra de Transporte Fluvial por la Hidrovía Paraguay-Paraná (Puerto Cáceres-Puerto de Nueva Palmira) “por los plenipotenciarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, en el Valle de las Leñas, provincia de Mendoza, Argentina”. El artículo 3.º dice: “Las disposiciones del presente Acuerdo son aplicables a la navegación, el comercio y el transporte de bienes y personas”. El artículo 4.º señala: “Los países signatarios se reconocen recíprocamente la libertad de navegación en toda la hidrovía de las embarcaciones de sus respectivas banderas, así como la navegación de embarcaciones de terceras banderas”. Y el artículo 5.º con contundencia y claridad manifiesta: “Sin previo acuerdo de los países signatarios no se podrá establecer ningún impuesto, gravamen, tributo o derecho sobre al transporte, las embarcaciones o sus cargamentos, basado únicamente en el hecho de la navegación”. ¿Por qué Argentina no consideró desde el principio esta instancia? ¿O las siete provincias argentinas litoraleñas del Paraná compartido o no son independientes y soberanas en sus relaciones “internacionales” con países extranjeros? ¿Volvió la confederación o el federalismo en la Argentina?
Leo en el prestigioso periódico español El País: “Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia cierran filas contra Argentina por un peaje en la principal hidrovía de Mercosur. La decisión unilateral de Buenos Aires abrió una crisis diplomática sin precedentes. Asunción solicita un arbitraje internacional”: “Desde el otro lado de la frontera la realidad es otra. Paraguay está abierto al diálogo pero su postura es muy clara”. “La hidrovía se rige por un tratado internacional. No pueden ellos de manera independiente aplicar algo como lo pueden hacer dentro de su territorio”, dijo la ministra de Obras Públicas de Paraguay, Claudia Centurión. Señaló que solicitarán la exención del peaje para las barcazas paraguayas. “No está en discusión el derecho o no de Argentina a recibir una tasa por unos trabajos realizados.
El tema es que no puede ser aplicada de forma unilateral”, agregó Centurión. Y sigue el artículo: “Argentina tiene unos 4.500 kilómetros de costa marítima, pero aun así la puerta de salida al mundo del 80 % de sus exportaciones agrícolas es la hidrovía Paraguay-Paraná. Algunas de las grandes embarcaciones que circulan por esta vía fluvial pueden trasladar cada una hasta 40.000 toneladas de mercancía, el equivalente a 1.600 camiones”. “Para Paraguay su importancia es aún mayor. Encajado en el corazón de América del Sur, no tiene acceso al mar, a menos que sus vecinos se lo permitan a través del paso por los ríos que desembocan al Atlántico.
El Paraná y el Paraguay son ríos tan caudalosos que pueden ser navegados con miles de toneladas de carga a un ritmo constante, algo impensable en las agrietadas carreteras de este país sudamericano. Las barcazas remolcadas que lo recorren llevan las más preciadas cargas de Paraguay: la soja, la carne y el carbón, y vuelven con la más necesaria para un país sin petróleo ni gas: el combustible”. Argentina se desprestigia innecesariamente. ¿Nos desea como “una isla rodeada de tierra”? La amo, pero me duele cual sol corriendo por mis venas. La verdad, si es verdad, es verdad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.