- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
“Cuando una persona plenamente consciente desea algo y toma una decisión, se está enfrentando a la responsabilidad”, escribe Irvin D. Yalom (Washington, 1931) doctor en medicina, psicoterapeuta y profesor emérito de Psiquiatría en la Universidad de Stanford, en su obra “Psicoterapia existencial”. El maestro afirma que uno se crea a sí mismo y cita a Sartre, para quien la vida de un individuo está constituida por sus elecciones.
Es esencial conocerse a sí mismo. “Tanto para configurarse (ser responsable) a uno mismo y a su mundo, como para ser consciente de la propia responsabilidad, se necesita un conocimiento de sí mismo aterradoramente profundo”, expresa Yalom. De manera que la misión se orienta hacia adentro y desde allí fluye por doquier.
Desde su experiencia, el doctor Irvin sostiene que no es la suerte, ni la casualidad, entre otras apreciaciones que realiza, lo que provoca que la persona viva sus experiencias y como consecuencia, sus manifestaciones emocionales. Por lo tanto, se encarga de interpelar el papel que uno cumple ante lo que acontece. En ese marco agudiza su análisis y manifiesta: “Mientras uno siga creyendo que los trastornos se los está causando otro, la mala suerte, un trabajo inadecuado o cualquier otro agente externo, ¿para qué gastar energía tratando de cambiar?
La responsabilidad es determinante durante toda la existencia humana. Su impacto acontece en cada instante de la vida. “La esencia de una persona desarrollada es su capacidad para asumir, por sí misma, responsabilidad frente a sus pensamientos, sentimientos, etc…”, enfatiza Yalom.
Ser uno mismo requiere ser responsable. Ese ser se sustenta a través del pensar y este debe ser asumido como un acto vital para construir la práctica cotidiana de vivir. El gobierno de los pensamientos exige atención, dedicación y perseverancia. En ese espacio interno se elabora el universo de las perspectivas que estimulan el comportamiento humano.
La convivencia humana brilla cuando habita en el mundo de la responsabilidad. Los ojos de uno mismo y de los demás contemplan la conducta. “Cada uno es responsable de la forma en que los demás lo ven, lo tratan y lo consideran. Más aún, uno es igualmente responsable de la forma en que se ve a sí mismo. Es obvio que la experiencia de grupo constituye un microcosmos de la propia experiencia vital”.
Ser responsable significa asumir su propia vida y desde esa asunción transitar el paso de la vida y al hacerlo, desear y decidir construir una historia auténtica, especial y única.
Ser uno mismo requiere ser responsable. Ese ser se sustenta a través del pensar y este debe ser asumido como un acto vital para construir la práctica cotidiana de vivir. El gobierno de los pensamientos exige atención, dedicación y perseverancia.