La propuesta del gobierno de Santiago Peña apunta sin dudas a un cambio de paradigma en las relaciones con el Brasil, el gigante de la región. Prueba de ello es lo que manifestó recientemente en una entrevista concedida a un medio brasileño el ministro de Economía, Carlos Fernández Valdovinos, quien anunció que el Paraguay apostará al Mercosur y que buscará convertirse en la China del Brasil, a través de su mano de obra. “No queremos sacarles los empleos a los brasileños, solamente queremos sustituir algunos billones que importan de China. Es un ganar-ganar”, declaró el secretario de Estado al periódico Valor Económico.
Argumentó esto, señalando que el Brasil importa alrededor de 100 millones de dólares por año de China en diferentes productos y que el Paraguay podría absorber una porción de esa cantidad de bienes de consumo por medio de la instalación de industrias.
Es la primera vez que no vamos en busca de las “migajas” que caen de la mesa, sino que pedimos un lugar en la mesa, para estar al lado de los grandes comensales. Y es que no podía ser de otra manera pues en la primera acción de su gobierno, Peña mismo se encargó de presentar su plan económico ante un auditorio de más de 1.000 inversionistas internacionales a quienes expuso las ventajas del país resaltando que estamos ante una oportunidad única y que como nación nos estamos levantando. “Paraguay ha progresado muchísimo en los últimos años, en el último siglo y aún podemos acelerar más ese proceso de evolución y cambio”, afirmó el presidente.
En ese contexto, aparece también la oportunidad de revisar las nuevas condiciones de explotación de la Central Hidroeléctrica Itaipu, la productora de energía más grande del mundo que es compartida precisamente por Paraguay y Brasil en un condominio que es la forma jurídica que rige a la entidad binacional. Hablando en términos sencillos, el condominio consiste en que la propiedad de una cosa, generalmente un inmueble, es compartida por dos o más personas físicas o jurídicas. En este caso, el aprovechamiento hidroeléctrico de los recursos hídricos del río Paraná, pertenecientes en condominio a los dos países, es compartido en partes iguales.
Como es sabido, este año, con la desaparición de la deuda histórica, se allanó el camino para la negociación de nuevas condiciones financieras establecidas en el Anexo C del Tratado. Con la cancelación del pasivo, queda un amplio margen dentro del costo del servicio de electricidad de Itaipú que podría servir para aumentar el valor de los “royalties” que ingresan directamente a las arcas del Tesoro paraguayo y brasileño respectivamente y son distribuidos a gobernaciones y municipios de todo el territorio nacional.
Más que nunca se puede afirmar que estamos ante un escenario ideal para pegar un gran salto cualitativo y cuantitativo hacia el progreso de nuestro país, puesto que hay coincidencia entre los jefes de Estado, Santiago Peña y Lula da Silva, en que la entidad binacional debería ser un factor de desarrollo para ambos pueblos. Por eso, lo importante sería alcanzar un acuerdo en el que se puedan incluir temas de gran importancia como la actualización en el valor de las regalías, así como la provisión de mayores recursos para nuevas inversiones sociales y medioambientales, así como obras de infraestructura en ambas márgenes.
Definitivamente, las relaciones con Brasil van más allá de Itaipú y por eso no podemos dejar pasar esta oportunidad de convertirnos en socios estratégicos desde el punto de vista económico. De este modo, podremos afirmar con mayor seguridad que este será “el resurgir de un gigante”, así como lo presagió al asumir el presidente Santiago Peña. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.