Finalmente, y poco antes del cierre de la semana que pasó, a través de un reporte elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) la ciudadanía argentina supo que las reservas netas del Banco Central (BCRA) en este país son negativas en USD 10.300 millones, en tanto que las reservas líquidas –también negativas– llegan a los USD 14.100 millones. La verdad que contiene esa información pública llegó desde Washington DC. El gobierno de Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández y el ministro de Economía y candidato presidencial por la coalición oficialista Unión por la Patria (UP) ocultaban esos datos. El informe, además, sostiene –como diagnóstico– que el programa económico argentino “descarriló”.

Mientras los datos duros que aportan esos indicadores macroeconómicos estallaban ante la sociedad que desde muchos meses sabe del fracaso gubernamental, las acciones de algunos grupos marginales que atacaron comercios de cercanía y supermercados en acciones delictivas que no alcanzaron a ser saqueos fueron rápidamente controlados. La información oficial sobre lo sucedido –como hasta pocas horas antes con los datos económicos– es confusa y el dramatismo trágico de la violencia devino en expresiones incomprensibles para explicar ese tipo de sucesos que se verificaron por lo menos en las provincias de Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Neuquén y Buenos Aires.

En el frente externo, entre tanto, el presidente Alberto Fernández, 104 días antes de finalizar su mandato y sin dialogar con las oposiciones y, en particular, con Patricia Bullrich, Javier Milei e, inclusive, con Massa, hizo público que a partir del 1 de enero de 2024 (126 días) Argentina será parte de los Brics, grupo de países constituido por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que junto con este país se habrán de incorporar Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán.

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La decisión –incomprensible por haber sido adoptada por un “pato rengo”, como se los suele mencionar a mandatarios y jefes de Estado cercanos a finalizar sus mandatos– fue rechazada tanto por Milei como por Bullrich aunque en tonos bien diferentes. Es comprensible, ambos piensan que se trata de algo trascendente y que en el momento en que se formalice dicha incorporación a ese bloque podrían estar a cargo del Poder Ejecutivo. La posición de Massa en este punto se desconoce.

Asimismo, no fueron pocas las voces políticas y sociales que se elevaron en contra de esa asociación por la guerra que Rusia desarrolla contra Ucrania y por la situación judicial de ciudadanos iraníes a quienes aquí se responsabiliza por los ataques terroristas contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, el 17 de marzo de 1992; y contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el 18 de julio de 1994, también en esta ciudad, que provocaron cerca de 200 muertes y más de 500 personas heridas. ¿Con quién consultó el presidente Alberto F. sumarse a los Brics? Se desconoce. ¿Lo habrá hecho? No es fácil saberlo. Desde mucho tiempo el mandatario, al igual que Cristina Fernández, la vicemandataria, se corrieron del espacio público. No se sabe bien en qué ocupan sus horas de trabajo. Massa, el ministro-candidato, también parece y actúa como presidente en ejercicio que va por su reelección.

Más sobre el frente externo. Sorpresa a la vez que fuertes críticas generó aquí la incomprensible actitud de Massa –el ministro-candidato– quien personalmente aseguró al presidente de Paraguay, Santiago Peña, que la Argentina dejaría de cobrar peaje en la hidrovía sobre el río Paraná. Esta información, horas más tarde, fue desmentida categóricamente por el ejecutivo local y, en particular, por el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero. “Política exterior a la bartola”, llama a estos repetidos episodios el exembajador Juan Pablo Lohlé –de cincuentenaria militancia en el peronismo– que se desempeñó en el servicio exterior con los presidentes Carlos Menem (1989-1999), Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015).

En lo que tiene que ver con el proceso electoral los movimientos de quienes postulan a la Presidencia, en los últimos días, solo dan cuenta de movimientos tácticos poco relevantes al igual que la publicación de los resultados parciales de algunas encuestas que aplican como operaciones de posicionamiento de los candidatos de cara a los comicios generales del venidero 22 de octubre mientras, con la mayor discreción, operadores de Milei, Bullrich y Massa se mueven en procura de allanar el camino hacia ese domingo. Razonable, después de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) del pasado 13 de agosto.

“La Argentina tiene una sociología electoral estable, que impone juegos distintos según cada instancia electoral. Las PASO reclaman un tipo de coaliciones. La primera vuelta es una opción no binaria que modifica las coaliciones de las PASO”, sostiene Jesús Rodríguez, quien explica que “una (eventual) segunda vuelta –situación binaria– obliga a una tercera modalidad de coaliciones para poder gobernar”.

Rodríguez, un estudioso de los procesos políticos, advierte también que “la estrategia más eficaz (en este tipo de procesos) descansa en entender qué tipo de coalición requiere cada turno, y aplicar lecciones de la experiencia”, lo que implica “saber jugar según las reglas electorales de cada momento en la Argentina”. Tiene sentido escucharlo.

Hasta entonces –el domingo 22 de octubre– en el inminente mes de setiembre habrá elecciones provinciales en Santa Fe, Chaco y Mendoza. Los resultados que se produzcan en esos distritos, a no dudarlo, tendrán impacto en el proceso electoral nacional. Los resultados alcanzados por quienes compitieron en las PASO no necesariamente estarán vinculados con lo que suceda en esos actos comiciales distritales. No todo está dicho.

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