• POR FELIPE GOROSO S.
  • Columnista político

La comunicación gubernamen­tal es la rama de la comunica­ción política que tiene como objetivo fundamental la búsqueda y construcción de consensos. La deci­sión por consenso es un proceso de decisión que busca no solamente el acuerdo de la mayoría de los par­ticipantes, sino también persigue el objetivo de resolver o atenuar las objeciones de la minoría para alcanzar la decisión más satisfac­toria.

Las sociedades democráticas exigen a sus políticos y líderes cada vez más que se aborden los temas de agenda desde el diálogo. Es una de las mejores fórmulas para que el elec­torado no se decepcione y termine migrando a alternativas extremas, de derechas o de izquierdas. Muchas de ellas simplificadas y etiquetadas como populistas, tal vez por el des­conocimiento de la definición misma del concepto de populismo. Pero esa será materia de otra columna.

A la par, se precisa del suficiente talento para no estigmatizar el disenso. No debe presuponer siem­pre un enfrentamiento en térmi­nos de plantearlo como una guerra, ya que es posible adaptar las líneas estratégicas en pos del bienestar general. A la población en general, a diferencia de la que está politizada, poco le interesa los motivos del ver­sus entre la clase dirigente. Eso no soluciona sus problemas e inquie­tudes y cuando se está en función de gobierno, soluciones son las que se aguardan desde los liderazgos. Gestión.

Este es, quizás, uno de los mayo­res desafíos al que se enfrenta el gobierno entrante. El resultado de las elecciones es indiscutible, las voluntades y confianza del electo­rado es innegable, ratificada y sos­tenida en el tiempo con las últimas encuestas donde se mantiene un capital alrededor del 85 % de expec­tativas positivas al respecto de la gestión de Santiago Peña y Pedro Alliana.

Al mismo tiempo, se debe transfor­mar esas expectativas en una narra­tiva potente y verosímil. Una que no sea ficcional ni mucho menos for­zada. Con un concepto, con un con­senso y con un legado para poder lograr la presea dorada: el mito de gobierno.

La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, está llamada a no comprar guerras innecesarias, ni rencillas intesti­nas entre facciones de sus múlti­ples actores. Hay un pueblo con ansias que precisa satisfacer sus necesidades, que pide consenso y gestión.

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