En una entrevista publicada en el diario Abc Color el pasado jueves 12, el subsecretario de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Cumplimiento de la Ley de Estados Unidos, Todd D. Robinson, confiesa que su país recibió información del gobierno de Mario Abdo Benítez que posteriormente derivaron en las designaciones.
Ante la pregunta del periodista Pablo Guerrero de que el Gobierno paraguayo proveyó datos al Gobierno de los EE. UU. que no son ciertos para hacer estas designaciones, el funcionario respondió: “Primero, tengo que decir que nuestras designaciones… durante el proceso de nuestras designaciones, recibimos información de todos los lados. No hay una fuente clave o única para fundamentar nuestras designaciones. En segundo lugar, esa colaboración entre nuestros gobiernos, y más importante, nuestras agencias judiciales es fuerte y yo creo que ellos creen en la información que han recibido y por eso hemos hecho las designaciones”.
Robinson refiere a la colaboración “entre nuestros gobiernos”. Es decir, el gobierno de Abdo proveyó la información y EE. UU. creyó en la información recibida. A partir de esta confesión del funcionario, que en realidad es la confirmación de un secreto a voces, en principio no tendría nada malo, tampoco sería raro, porque formaría parte de esas colaboraciones naturales entre gobiernos interesados en la lucha contra la corrupción, el combate al crimen organizado, etc., etc.
Lo grave de esto se simplifica en dos puntos. El primero, la motivación del gobierno de Abdo en esta colaboración. Existen sobrados elementos, pruebas y confesiones de que Marito se aprovechó de las instituciones del Estado para obtener “información”, a fin de destruir a sus adversarios políticos, en particular a Horacio Cartes y sus empresas. Eduardo Petta, un exministro del gobierno anterior, confesó que Abdo reclutó 5 exfiscales, los ubicó en Seprelad, Anticorrupción, Senad, Interior y Contrabando para que “encuentren” algo contra Cartes.
Segundo, la producción periodística de nuestro programa televisivo “La caja negra” recibió copias de correos internos de la Seprelad, además de las confesiones de los funcionarios que confirman que algunos informes fueron fraguados y direccionados a Cartes, su entorno y sus empresas. Por lo tanto, ¿qué veracidad u objetividad pudieran tener los informes remitidos por el gobierno anterior a los EE. UU.?
Como ejemplo de la manipulación y utilización tergiversada de la información base que tenía la Seprelad es lo que sucedió con las facturas de la Tabacalera del Este SA (Tabesa). En uno de los informes confidenciales de la Seprelad, “filtrados” a la prensa, se menciona que la tabacalera vendió cigarrillos a un canal de televisión (Unicanal) por montos millonarios. Hicieron toda una campaña con eso en los medios afines al Gobierno y en las redes, los memes de los periodistas de dicho canal con cajas de cigarrillos en la boca. Tremendo daño general. Esos montos de las facturas no eran por venta de cigarrillos, eran por el cobro de un préstamo que Tabesa realizó a ese medio, y cuyo préstamo se venía pagando regularmente. Nunca fue por venta de cigarrillos para simular ventas ficticias y otras yerbas que tendenciosamente hicieron figurar en sus informes y “filtrados” a los medios amigos (grupo Zuccolillo y grupo Vierci). Hay muchos otros ejemplos similares.
El Gobierno de EE. UU. debe mostrar las pruebas que dicen tener, nunca las mostraron. Se quedaron con estos informes y lanzaron sus designaciones y sanciones económicas generando un tremendo daño económico y social a los afectados, incluso paralizaron inversiones, truncaron obras, proyectos y mucha gente quedó sin empleo. El Gobierno de EE. UU. confió institucionalmente en un gobierno corrupto y sin escrúpulos como el Abdo Benítez. Ahora queda la duda: ¿compraron pescado podrido o a sabiendas aprovecharon para influir en asuntos políticos internos de nuestro país? Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.