- POR OSVALDO ACOSTA
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A solo unos pocos días de la asunción presidencial en el Paraguay, la sociedad ya comienza a preparar sus expectativas por la realización de las promesas electorales del partido político que asumirá el 15 de agosto. Su mayoría en el Parlamento y en las gobernaciones es indiscutible, lo que confirmaría una seguridad para el desarrollo de esos planes pergeñados a lo largo de la trastienda electoral.
El escenario para llevar adelante el conjunto de las acciones y el público en las graderías virtuales ya están listas oteando el calentamiento de los jugadores, previo al enfrentamiento. Las autoridades designadas, ministros, presidentes de entes y parlamentarios electos afines al partido de gobierno ya deberían haber afinado la puntería para cumplir las estrategias del principal adiestrador. No hablamos de fútbol, sino de política económica, en que los jugadores tendrán que idear y ejecutar acciones para satisfacer prioritarias demandas que incluso ya forman parte de cuestiones de reclamos impostergables.
Los principales desafíos para el nuevo gobierno ya están diseñados a la espera de poner en marcha una vez que suene el silbato inicial. La población ya no quiere estar en la línea de fuego, tolerando las penurias de un gobierno saliente que fracasó en políticas sociales, pero que se fortaleció en materia de corrupción galopante.
La línea de largada está a la vuelta de la esquina, en una carrera de relevos o carrera de posta en la que sus atletas deben turnarse para llegar a la meta. Es probable que una de las acciones principales durante la gestión del presidente electo sea brindar apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) para que el empleo en Paraguay siga la senda de crecimiento. Durante su campaña electoral, Peña había hablado de generar la creación de 500.000 puestos de trabajo, como uno de los primordiales desafíos.
Referentes de la Cámara Vial Paraguaya (Cavialpa) ya habían señalado que dentro de las políticas de Estado están la previsibilidad en cuanto a la ejecución de inversiones para continuar con la línea de crecimiento económico. Lo ideal es que el Paraguay tenga un desarrollo sostenido de cinco o más años en torno a un promedio de 5 % del producto interno bruto para que el dinero alcance a todos. Solamente para el 2023, se requiere una inversión de USD 600 millones en obras viales frente a un déficit en materia de infraestructura que orillaría los USD 30.000 millones.
El exministro de Hacienda y economista César Barreto había puntualizado que la coyuntura, en términos económicos, es positiva, ya que tras varios años de crisis por la pandemia y sequía, Paraguay viene atravesando por un gran momento de recuperación lo cual es favorable para el gobierno entrante.
Barreto remarcó por el lado fiscal, que Santiago Peña no tendrá un espacio positivo, es decir, que el desafío estará en llevar a cabo las reformas que sean necesarias para que el Gobierno pueda converger en la tasa objetivo que es de 1,5 % del producto interno bruto (PIB), según la ley de responsabilidad fiscal.
Abrigamos la esperanza que esta nunca se enmohece.
La línea de largada está a la vuelta de la esquina, en una carrera de relevos o carrera de posta en la que sus atletas deben turnarse para llegar a la meta.