En pocos días el Paraguay estrenará presidente para los próximos 5 años. Y aunque la administración del Estado continuará en manos del mismo partido, los actores serán relativamente diferentes. Un nuevo líder ocupará el cargo de presidente, el más importante en la estructura de nuestra democracia, mientras otros asumirán funciones en los distintos ministerios y direcciones de instituciones que tienen roles claves en la formulación de políticas públicas.

Todos deberán relacionarse con el Poder Legislativo y con el Poder Judicial, así como con el sector privado y la sociedad civil. Es un tiempo de cambio que encierra una oportunidad sumamente valiosa: promover transformaciones que impulsen el bienestar de nuestra población. Por eso, es relevante que estos líderes tengan conciencia de la responsabilidad que llevan sobre sus hombros y ejerzan un liderazgo efectivo.

¿Qué significa esto? Un líder efectivo es aquel que demuestra buenos valores, conocimiento, juicio, integridad, habilidades interpersonales y la capacidad de interactuar con su entorno. Una cualidad particularmente decisiva es la visión, junto con el poder para implementar esa visión. El liderazgo no es innato y no está relacionado con un tipo de personalidad en particular. Las habilidades de liderazgo se aprenden, siempre que una persona esté lo suficientemente motivada para hacer cambios dentro de sí misma. Una de las mayores deficiencias de las organizaciones encargadas de la administración de un Estado es la falta de un desarrollo sistemático del liderazgo. Las personas con cargos importantes generalmente son promovidas por motivos que poco tienen que ver con su potencial. El resultado es que la mayoría de los nuevos administradores no están preparados para asumir esas funciones. Por eso, la capacitación y formación continua en este campo es crucial.

El poder es también un componente necesario del liderazgo. “Poder” significa que una persona puede hacer que las cosas sucedan, mientras que autoridad significa que un rango le permite a una persona exigir a otras personas que realicen ciertas tareas o sufrir las consecuencias. Un verdadero líder manifiesta poder para lograr objetivos al reunir los recursos de otros, aunque no se le haya otorgado ninguna autoridad. El poder se basa en la capacidad de comunicarse y persuadir a otros para que se unan al esfuerzo por alcanzar una meta.

Es verdad que los líderes políticos nos han decepcionado largamente y que los paraguayos merecemos que trabajen más y mejor por y para todos. Pero no pongamos el palo antes de que comience a rodar la rueda. Demos tiempo a los nuevos protagonistas para que demuestren su capacidad de ser líderes, de llegar a las metas trazadas ejerciendo esas habilidades y no meramente la autoridad que le otorga un nombramiento. Confiemos en que las personas que tendrán la misión de administrar nuestros recursos sean capaces de liderarse a sí mismas y después conducir las riendas de todo un país. Porque esa visión positiva es la que nos ayudará a avanzar en objetivos largamente postergados que deben ser atendidos para que todos vivamos un poco mejor.

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