DESDE MI MUNDO
- Por Carlos Mariano Nin
- columnista
Podemos planear el día y hasta mentalizarnos de lo que vamos a hacer. Pero de ahí a terminar como no quisiéramos hay un paso, y ese paso puede ser decisivo. Y se los voy a contar.
Ángel, mi vecino, me venía insistiendo hace un tiempo para que me vaya a verle jugar a un torneo organizado por los chicos de un colegio en la seccional del barrio, a unas cuadras de casa, en Lambaré.
El domingo nos levantamos temprano y fuimos a verle. Digo fuimos porque lo hicimos en familia, hasta mi papá fue ver jugar al vecino que promete mucho y le pone garra.
Llegamos y solo había chicos, unos cincuenta, o quizás un poco más. Nosotros estábamos enardecidos porque el equipo de Ángel ya había ganado por goleada el primer partido, y la eliminación para el que perdía era directa.
Gritos aquí, gritos allá, aliento, sonrisas y de pronto lo impensable. Entraron por la puerta tres jóvenes, no debían tener más de 16 años. Lo hicieron a los gritos y enfilaron hacia las gradas donde estaban otros jóvenes con banderas y batucadas.
En ese momento vi que todos corrían y algunos se tiraban al suelo. Pensé que era una pelea entre equipos y di unos pasos para tratar de calmar a los chicos cuando vi que estaban armados y a los gritos pedían las banderas. En ese momento se me heló la sangre.
Fue cuestión de segundos. Corrieron y cuando salían se llevaron la improvisada caja con la que se guardaba la recaudación. Afuera esperaban otros tres en moto. Fue todo.
El 60 % de los asaltantes son menores de 25 años. El 24 % son menores de 18 años.
No fue una tragedia porque seguro que Dios es grande, pero, ¿qué hubiese pasado si alguien reaccionaba, si se les escapaba un disparo o si entre la gente había otra persona armada?
Hay una comisaría solo a unas cuadras, pero los agentes tardaron una infinidad en llegar. Fue lo mismo que igual. Es solo una muestra de la inseguridad que toma las calles y contra la que poco o nada se hace. Hoy contamos la historia. ¿Cuántos no tienen esta suerte? Cada 6,5 minutos hay una nueva víctima de inseguridad.
Vivir inseguros es quizá lo más parecido al miedo al terrorismo que se vive en otras partes del mundo. Hoy salís a la calle, pero no sabes si vas a volver. A mí nadie me lo contó. Yo lo viví.