Cuando internet ni la animación o la inteligencia artificial aún no habían aprisionado a la gente en sus pantallas ya existían superhéroes. Habían nacido La Sombra (1930), Mandrake, el Mago (1933), Superman (1938), Batman (1939), Flash (1940) y la Mujer Maravilla (1941). Sería largo citarlos a todos; sin embargo, basta con decir que cada uno tenía al menos una cualidad que lo caracterizaba y lo hacía invencible.
Antes de la aparición de estos superhéroes, la mitología nos había regado solo héroes humanos, entre ellos, los griegos Aquiles o Ulises, hasta que en el siglo pasado surgen figuras nuevas como Tarzán (1912), El Zorro (1919) y El Fantasma (1936), cuyas historias inundaban de revistas los quioscos del mundo.
Unos 60 años atrás, los niños en Paraguay salían a la calle para jugar; usaban latitas de sardinas como cochecitos y si tenían la suerte de vivir cerca de algún arroyo, se aseguraban de las lianas que colgaban de los árboles y volaban de una orilla a la otra.
Los cauces hídricos atesoraban vida: pececitos de colores, aves y hasta mamíferos, pero todo eso acabó en las siguientes décadas con las urbanizaciones. La lluvia ya no penetraba la tierra como antes, sino que se deslizaba sobre los empedrados o asfaltados hasta desembocar en los arroyos, cuyas blancas arenas fueron invadidas por vidrios rotos, latas oxidadas y contaminación. El follaje de antaño que protegía esas cristalinas aguas había sido arrastrado por los cada vez más constantes y crecientes raudales.
La naturaleza había sido ultrajada por el hombre, pero este culpó a la naturaleza misma de los desastres y cataclismos que se repetían con más frecuencia. Argumentaron diferentes teorías para explicar el cambio climático con el calentamiento global y el fenómeno de El Niño, aunque los registros de este se remontan a siglos antes, cuando el historiador británico Richard Grove menciona que entre 1789 y 1793 el fenómeno había sido causante de las importantes sequías en el sur de África, México, Australia, incluso Asia.
Como fuera, esta semana los titulares de los medios trajeron noticias que a nadie inquietan, como: “Ola de calor pone en alerta al suroeste de Estados Unidos” (con temperaturas de 44,4 °C en California); “Casi mitad del agua del grifo de EE. UU. contiene sustancias nocivas para la salud” (con químicos prácticamente indestructibles); “Las olas de calor se vuelven cada vez más frecuentes e intensas en Europa”; “Argentina enfrenta el peor nivel de producción de soja desde el 2000 debido a la sequía” (a lo que se suma la crisis hídrica en Uruguay), incluso “Lago Crawford en Canadá demuestra que el Antropoceno ya empezó, según científicos” (época geológica que define el impacto del ser humano en la Tierra) y hasta “Cómo la masiva extracción de agua subterránea está cambiando el eje de rotación de la Tierra” (casi 80 cm hacia el Este, entre 1993 y 2010).
Según los científicos, El Niño vuelve cíclicamente cada 3 a 8 años y anuncian que estará de regreso hacia finales de 2023, con las consabidas inundaciones y destrucción de todo a su paso.
Cuentan que aquellos niños que jugaban a ser Tarzán en el siglo pasado también cavaban la piedra tosca y formaban frescos manantiales de los que bebían sin ningún riesgo mientras las lavanderas golpeaban con algún trozo de madera para quitar la suciedad de las ropas que limpiaban con las confiables aguas del arroyo.
Esas cosas ocurrieron, aunque hoy parezcan inverosímiles. Por aquella época era frecuente ver a las mujeres llevar sus prendas en latonas y al final de su tarea cargar el agua del manantial en un balde y llevar a su casa haciendo malabares sobre la cabeza.
Los pequeños tarzanes hoy son parte de los recuerdos que se entremezclan con los mitos y los hechos fantasiosos que nunca sucedieron. El Rey de los Monos es parte del pasado y los superhéroes ocuparon su lugar en las revistas a las pantallas.
Los nuevos paladines de la justicia no tienen el poder de los héroes originales; ni el Capitán América (1919), ni el Hombre Araña (1962), o Thor (1962) ni los X-Men (1963), Linterna Verde (1967), o el joven Deadpool (1991) pueden con el nuevo supervillano: la naturaleza, que tiene 7,888 mil millones de ayudantes que atacan con plástico, con metales pesados, con contaminación, con deforestación en todo el planeta (cifra de 2021). Son demasiados.