- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
La catastrófica derrota del oficialismo, del real, instalado en el poder desde hace 5 años, el 30 de abril pasado, aún no se digiere en el extraño entrevero de intereses político-económico-mafiosos que supieron armar, pero no utilizar exitosamente para sus planes y afortunadamente para la gran mayoría de los paraguayos, el equipo del nefasto Marito, su socia y cómplice Desirée Masi y su coro de delincuentes exfiscaluchos, el pelele de Efraín y los repugnantes grupos “pseudoempresauriales”, principalmente los del finado Acero Zuccolillo, representado hoy por la buena para nada de su hija; y el rey del contrabando, el badulaque de larga estirpe Vierci.
Sus periodistas alquilados, que se llenan la boca acusando a los demás de lo que realmente son ellos, sicarios a sueldo del dinero público robado por Abdo Benítez y repartido desde el Palacio junto con informes de pseudointeligencia obtenidos ilegalmente y maquillados a medida para realizar la más grosera campaña de terrorismo de estado desde 1989, siguen llorando su fracaso, su inutilidad y destilando su odio que ya roza el ridículo, opinando desde su odio y resentimiento y no desde la cabeza, los que tengan algo en ella.
Afortunadamente, ya hace años que la opinión pública, el ciudadano real, no cree y hasta rechaza, asqueado, los delirios y campañas grotescas que intentan instalar sin éxito, sin importarles mentir descaradamente o utilizar un doble estándar tan evidente que ya ni para burlarse da.
La paupérrima representación parlamentaria de estos grupos, donde brillan el circo, el ridículo, la ignorancia, el agravio y una batería de acusaciones sin ninguna prueba, no ayuda en nada. Están en una minoría nunca antes vista, que obviamente ellos no esperaban y que los deja arrinconados dando pataleos de ahogado sin que a nadie realmente le importe lo que hagan o digan. Se pelean por sus restos, como ratas hambrientas y desesperadas que ven su futuro negro e incierto, y no por culpa de “los otros”, sino por su propia torpeza, maldad e incapacidad de construir nada útil ni productivo. Se les acabó la orgía del dinero público y descontrol, hay que ir acostumbrándose, de por ahí algún iluminado aparece y los trata de rescatar; pero conociéndolos, lo primero que harán será destruirlo.