- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
El “padre rico” de Robert Kiyosaki le decía: “Entre mejor sea tu educación sobre inversiones, mejores consejos recibirás”. Hay ocasiones en que nos encontramos con dinero en mano derivado de algún negocio que pudimos haberlo concretado o bien de honorarios profesionales que hemos cobrado por ciertos trabajos específicos y nos preguntamos, ¿en qué me convendría invertirlo?
Resulta razonable si no tenemos un conocimiento acabado de lo que rodea “al mundo de las inversiones”, que no sería sencillo el poder respondernos a nosotros mismos dicha pregunta. Cada uno tenemos diferentes formas de pensar y de actuar en un momento dado.
Lo mismo se da ante las alternativas de inversión, ya que es probable que a mí me pueda gustar hacerlo en algo que me reditúe ingresos pasivos a futuro, pero también se dan casos que otro tenga pensamientos diferentes al mío acerca del destino que desea darlo.
En la vida no hay una respuesta absoluta, pues como muy bien lo había dicho Einstein: “Todo es relativo”. El problema que se suscita es que no todos los consejos resultan adecuados. Muchas veces decidimos escuchar a expertos en finanzas a fin de tomar la mejor decisión posible, pero no siempre “dan en el clavo” y en más de una ocasión personas que han decidido seguir sus instrucciones se han empantanado, dado que ante factores incontrolables que se puedan suscitar por el camino, todo lo que hoy parecería ser bueno, mañana podría dar un giro negativo de 180 grados.
Warrent Buffett, uno de los hombres más renombrados y respetados por la agudeza de sus conocimientos en finanzas, sigue siendo un importante referente en lo que atañe a diversas alternativas que nos permitan concretar una inversión de la forma más inteligente posible. A pesar de dichas virtudes también ha cometido errores en más de una ocasión.
Bien sabemos que las inversiones que uno realiza en la bolsa, como cualquier tipo de instrumento financiero, está sujeto a riesgos y volatilidades. Allí ya entra a tallar “el feeling u olfato” que cada uno pueda tener o recurriendo a los expertos que son las casas de bolsa, quienes te podrán dar buenas sugerencias y recomendaciones al respecto.
Hay inversionistas de países de primer mundo incluso que se asustan porque las cotizaciones de las acciones de empresas muchas veces observan volatilidades, lo cual es normal en este tipo de negocios, puesto que están interrelacionados con lo que pudiera ocurrir tanto dentro del espectro macro y microeconómico a nivel país como de extrarregión.
Otros sin embargo ya más avispados en estos tipos de inversiones deciden no apresurarse y malvenderlo, sino por el contrario esperan una recuperación, pues lo que se recomienda es tratar de mantener un portafolio diversificado y de ser posible apostar por una inversión a largo plazo, ya que los ciclos no son eternos y en algún momento el mercado podrá volver a retomar su nivel de equilibrio.
Si contamos con liquidez como parte de nuestros ahorros, es recomendable atomizar las inversiones por más pequeñas que sean.
Lo ideal es dejar que tu dinero pueda ir creciendo. Pero la “regla de oro” es no olvidar de ser lo suficientemente inteligente y prudente y sobre todo tenerlo bien diversificado. Y “no poner todos los huevos en una misma canasta”.
Cuando vamos “empapándonos” acerca de los beneficios de una buena educación financiera, es probable que nos vayamos impregnando del buen hábito del ahorro y de la inversión, la cual en unos pocos años iría creciendo y acumulando intereses que nos permitirán mantener el valor actual de nuestro dinero.
Nunca es tarde para tomar la decisión de invertir, aunque cuando se retrasa en demasía ya podría resultar a destiempo, o en el peor de los escenarios haber gastado nuestro dinero en cosas triviales e irrecuperables, por lo que siempre es bueno pensar a futuro para que el “invierno” no nos tome desprevenido, puesto que es la estación más dura y complicada para los adultos mayores y más aún si no contamos con alguna jubilación.