- POR ISMAEL CALA
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Cada 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado, una fecha en la que el mundo se une para reconocer y rendir homenaje a la valentía y la resiliencia de las personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia, la persecución y los conflictos.
Nadie, absolutamente, quiere verse obligado a irse de un día al otro, y dejar atrás lo poco que tiene, a sus afectos, con tal de sobrevivir. Por ello, esta fecha es una oportunidad para crear conciencia sobre las difíciles situaciones que enfrentan estas personas, así como la importancia de proteger sus derechos.
Es un momento para mostrar solidaridad global y renovar el compromiso de encontrar soluciones a largo plazo.
Lamentablemente, noticias como la del más reciente naufragio en altamar de una embarcación con aproximadamente 500 personas a bordo nos dice que este problema está lejos de ser solucionado a la brevedad. La tragedia ajena no debe sernos indiferentes, más aún cuando el mar parece ser menos peligroso para una familia que la propia tierra firme.
Según Acnur, 1 de cada 74 personas se ha visto obligada a huir de su lugar de origen, por conflictos bélicos y persecución política. La empatía debe comenzar por hacernos comprender que detrás de estas cifras se encuentran historias de individuos y comunidades que han sido sometidos a terribles adversidades, pero que han encontrado la fuerza para reconstruir sus vidas.
Es fundamental destacar que la protección de los derechos de los refugiados es una responsabilidad compartida. Los Gobiernos, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y los individuos tienen un papel que desempeñar para garantizar que los refugiados sean tratados con dignidad y respeto, y que se les brinde acceso a oportunidades educativas, servicios de salud, empleo y vivienda.
Esto implica abogar por la paz, la justicia y la estabilidad en las regiones afectadas por conflictos, así como promover la inclusión y la integración de los refugiados en las sociedades de acogida.
Todos tenemos un papel que desempeñar para crear un mundo más compasivo y acogedor. Podemos marcar la diferencia al ser solidarios, alzar nuestras voces y defender los derechos de los refugiados.
Juntos podemos construir un futuro en el que nadie tenga que abandonar su hogar por temor a la violencia o la persecución.